Las redes sociales nos atrapan con sus recursos y son en el día a día un distractor importante. No obstante, los estudios advierten sobre la ciberdependencia, así como el surgimiento de delitos en este mundo que ya no es solo físico, sino también virtual.

La ciberdependencia se la pensó como el uso intensivo y compulsivo de los medios digitales. Y se torna negativo cuando afecta el desenvolvimiento de una persona. En casos extremos, el mundo digital nos aleja del mundo físico, que sostiene la vida. Muchas empresas empiezan a identificar a personas que no logran concentrarse plenamente en una reunión por estar pendientes de sus redes.

En otro aspecto, muchas personas se embarcan en juegos virtuales y mecanismos de apuesta que las llevan a poner en peligro su estabilidad emocional y laboral. Así, a los viejos vicios como las apuestas se suman las apuestas digitales.

Apostar es un problema y se convierte en un problema mental denominado “trastorno del juego” (gambling disorder). La característica de dicha patología es que la persona pierde el control sobre su conducta. En el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición (DSM-5-TR), se lo menciona como un trastorno adictivo sin sustancia, con patrones similares a la dependencia de droga.

Apostar es adictivo, porque confluyen factores psicológicos, neurológicos y sociales, ya que las personas estamos programadas para buscar aquello que nos proporciona satisfacción, como lo demostró el psicólogo conductista Skinner. El tener a mano un distractor como los juegos puede atraparnos en una caja sin salida.

Así como la drogadicción puede acabar con la vida de las personas, la ciberdependencia marca un camino peligroso para todas las edades, porque funciona como una droga que roba tiempo, dinero y esperanza a quienes caen en ella.

Lastimosamente, la ausencia de escuela para familias y paternidades hace que casi nadie reflexione sobre lo que hacen los hijos cuando están frente a una pantalla y qué peligros pueden atraparlos.

La virtualidad, los juegos, el azar y las drogas están aquí y, aunque quisiéramos que desaparecieran, la historia demuestra que no desaparecerán y más bien su prohibición los vuelve más caros, más deseados y más atractivos. Surgen así las mafias que tienen éxito porque la gente desea con ímpetu aquello que está al alcance de unos pocos.

Hace unas semanas, el presidente Daniel Noboa propuso que se abran los casinos en hoteles cinco estrellas. Se calcula que los juegos de casino crearán nuevos empleos y dinamizarán un sector económico. Posiblemente, los juegos se sigan dando y de manera oculta. Al legalizar una acción y hacerla pública existe la ventaja de que se pueden establecer controles, vigilar cómo operan e indudablemente generará nuevas oportunidades económicas.

Los casinos estarán a la vista. Y al igual que los vicios que permanecen en las sombras, el punto clave es que las familias y ciudadanos nos eduquemos para no caer presa de los vicios viejos y nuevos, así como nos preparemos para proteger nuestra información. (O)