Dos factores llevaron a que la reciente elección de presidente de la Conaie se convierta en un hecho de trascendencia para la política nacional. El más visible es el radicalismo del elegido. Leonidas Iza es un dirigente que no ha perdido una oportunidad para expresar no solo sus críticas, sino su rechazo a la democracia, despectivamente calificada de formal. Como sostiene en el libro Estallido, del que es coautor, el orden democrático es una ficción jurídica en la que no tiene cabida el diálogo mientras exista desigualdad. La solución, inevitablemente violenta, es la destrucción de ese orden y su sustitución por el “comunismo indoamericano”. La vía es el “Octubre nuestro de todos los días”, el de los saqueos, encumbrado a “mito y fe en la emancipación (…), crisol de las grandes utopías”.

La pregunta que surge al respecto es si él mantendrá o moderará esa posición. La historia enseña que, al asumir responsabilidades ante un colectivo y al comprender que han entrado en el terreno del diálogo, la mayoría de políticos radicales se han visto obligados a refrenarse. Pero eso no sucede con quienes consideran que son los conocedores e intérpretes de unas leyes de la historia que están escritas de antemano y que señalan un único camino. Por sus declaraciones y su testimonio escrito, es altamente probable que Iza se cuente entre estos últimos.

La segunda causa de la importancia de ese hecho es el excelente resultado electoral de Pachakutik y el nombramiento de Guadalupe Llori como presidenta de la Asamblea Legislativa. La posibilidad de mantener y robustecer esos avances dependerá de la capacidad del bloque legislativo para entablar diálogos y llegar a acuerdos. Los temas más controversiales y espinosos, como las reformas económicas y la definición de políticas sociales no podrán resolverse con la presión de la calle que, en cambio, sí puede frenarlas y mantener el statu quo. El resultado sería la esterilidad de la bancada de Pachakutik y la estampida de los sectores medios que, con sus votos, le pusieron a ese partido en la excelente posición que ocupa ahora. Para ello será suficiente una Conaie que adopte la estrategia y las tácticas de su presidente.

Más allá de esos y otros efectos políticos que seguramente tendrá la elección del señor Iza, es importante considerar que su ideario constituye una ruptura con las propuestas que ha mantenido la Conaie. Desde su fundación, esta organización ha impulsado la construcción de una sociedad regida por los principios de la multiculturalidad y la plurinacionalidad. Gracias a su tesón, ya son principios recogidos en las dos últimas constituciones y materializados en leyes y políticas públicas. En su comunismo indoamericano, Leonidas Iza elimina lo multi y lo pluri. No hay cabida para esas diferencias. El objetivo es volver al pasado mítico de una sociedad igualitaria que solo existe en su cabeza y en las cabezas de unos pocos indianistas. Es un caso típico de lo que el historiador Eric Hobsbawn denominaba la invención de la tradición. Así, en ese pasado ideal no existe el desplazamiento de pueblos enteros (los mitimaes) realizado por un régimen despótico, que fue precisamente el caso de la comunidad salasaca, donde se realizó su elección. Para viajar al pasado hay que inventarlo. (O)