El sitio es una antigua táctica militar que consiste en bloquear durante un periodo una fortaleza o ciudad para luego proceder al asalto. Las legiones romanas eran expertas en sitiar al enemigo, impidiendo que recibieran alimentos, agua y otros bienes imprescindibles; con el paso del tiempo esperaban su rendición quebrando su resistencia y su moral de combate. Ecuador estuvo sitiado; terminó capitulando, es decir, entregado a las condiciones impuestas por huestes sitiadoras.

No hay que olvidar la amenaza cumplida de Jaime Vargas, de crear el “ejército de las comunidades indígenas”.

Desde el 13 de junio, Leonidas Iza, presidente de la Conaie, decretó un paro con carácter “nacional, territorial e indefinido”. La justificación para esa medida de hecho era que el Gobierno no había cumplido con las demandas de los indígenas, conminando al Gobierno al cumplimiento de una plataforma de diez puntos inamovibles en materia económica y de derechos, que según la organización ha desarrollado desde 2021.

Se podría decir que las brutales agresiones que ha sufrido el pueblo ecuatoriano son la continuación de las de octubre de 2019: en once días se dieron actos vandálicos protagonizados por indígenas manipulados por su dirigencia, subversivos y fanáticos seguidores de Rafael Correa con la clara intención de atentar contra el orden constituido. Nunca antes la capital y el país habían sufrido tanta violencia, destrucción y caos. Los responsables nunca fueron procesados, más bien amnistiados; simplemente quedaron en la impunidad.

Junio de 2022. Una vez más nuestro país ha sido víctima de paralizaciones violentas, agresiones a militares y policías, saqueos, destrucción de bienes públicos y privados, intentos de desestabilización de la democracia encabezados por el presidente de la Conaie, Leonidas Iza Salazar, un dirigente indígena radical que profesa el comunismo maoísta, seguidor del demencial movimiento terrorista Sendero Luminoso, que llenó de sangre y muerte al Perú, y que quiere implantar en nuestro país la dictadura indoamericana.

El presidente de la Conaie, apoyado por la Feine y Fenocin, desafiando a las autoridades legítimas y a la institucionalidad del país, con su proverbial arrogancia dispuso la movilización del indigenado, tomándose las principales carreteras del país, impidiendo el ingreso de víveres, combustibles, gas doméstico y para los hospitales; el país estuvo 18 días a merced de los sediciosos; y Quito: una ciudad sitiada por la voluntad omnímoda del fanatismo radical de la dirigencia indígena. No hay que olvidar la amenaza cumplida de Jaime Vargas, expresidente de la Conaie, de crear el “ejército de las comunidades indígenas”.

Gracias a la mediación de la Iglesia católica, se llegó a firmar la llamada Acta por la Paz, con demandas impuestas por los indígenas que debe cumplir el Gobierno. El país ha quedado con la espada de Damocles sobre la cabeza de los ecuatorianos; hemos sido advertidos por la dirigencia indígena: “Volverán a convocar movilizaciones si no ven cumplido el acuerdo en 90 días”.

Los ecuatorianos decimos no a la impunidad y que los responsables del brutal vandalismo, de la paralización del país y de las acciones desestabilizadoras de la democracia sean sancionados con el rigor de la ley. (O)