Los terroristas con sus acciones de macabra violencia contra cualquier persona o grupo civil o militar logran inocular el miedo en las mentes de miles o millones de ciudadanos provocando parálisis en el tejido social. En nuestro país constantemente se publican acciones en contra de ciudadanos que generan empleo, militares y policías que forjan seguridad, sin que las autoridades del Gobierno, Asamblea y Justicia respondan eficazmente. Cuando asimilamos las malas noticias llega la esperanza. El presidente Guillermo Lasso posesionó, este miércoles 26 de abril, al general (s.p.) Wagner Bravo como nuevo secretario de Seguridad Pública del Estado y al general (s.p.) Paco Moncayo como su nuevo consejero de Gobierno para la seguridad.

El Consejo de Seguridad Pública del Estado (Cosepe), máximo organismo del Estado que asesora y recomienda la política y estrategia de seguridad pública, resolvió: declarar al terrorismo como una amenaza contra la integridad del Estado, y analizará hacerlo con las bandas organizadas armadas (BOAS); así las acciones de las FF. AA. pasarían al plano de la defensa interna para neutralizarlos o eliminarlos.

La ONU tiene como política la Resolución 51/210 “Medidas para eliminar el terrorismo internacional” y otros instrumentos. Ecuador, define en el COIP “Art. 366.- Terrorismo.- La persona que individualmente o formando asociaciones armadas provoque o mantenga en estado de terror a la población o a un sector de ella, mediante actos que pongan en peligro la vida, la integridad física o la libertad de las personas (...), será sancionada con pena privativa de libertad de diez a trece años...”.

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Mientras se proclaman las políticas de “mano dura” y al “terrorismo como amenaza”, las BOAS no paran y emboscan a dos marinos: el capitán del Puerto de Posorja-Guayaquil, que resultó herido, y un sargento de la Capitanía, que falleció acribillado por varias balas de fusiles de guerra accionados por sicarios.

En redes sociales se pueden apreciar videos y fotografías de la emboscada terrorista que causa indignación e impotencia; también preguntas incómodas: ¿Por qué en una zona de alto impacto narcodelincuencial no se aprecia que los uniformados lleven armas? ¿Por qué se desplazaban de Posorja a Guayaquil en un vehículo particular, en actos del servicio? ¿Dispondrán de suficientes vehículos, armas, municiones, chalecos antibalas y adiestramiento? ¿Tendrán claras las órdenes de disparar para defender su vida y la de terceros? ¿Habrá miedo de enfrentar a la justicia prodelincuencia?

Cosepe: Ustedes deben magnificar el poder del Estado; dar una política clara que todos sepamos que los militares pueden disparar el fusil, símbolo del monopolio de las armas que tiene el Estado, para eliminar un terrorista en acción; y gestionar los recursos económicos necesarios para enfrentar esta guerra.

FF. AA., actúen aplicando los principios de la doctrina militar contraterrorista, con determinación. Mis condolencias para los familiares y compañeros de la Armada del sargento asesinado y capitán herido. (O)