Si bien recién está en camino la aprobación en las urnas de una nueva asamblea constituyente, con el dictamen favorable de la Corte Constitucional, es necesario observar que en esta ocasión haya responsabilidad en el pueblo ecuatoriano para la elección de los constituyentes y luego, de avanzar el proceso, preocuparse de leer el contenido que se apruebe para que no resulte un nuevo engaño político.
No se puede caer en el mismo error de aprobar mayoritariamente un texto constitucional sin haber leído, consultado y procesado, como ocurriera con la nefasta Constitución de Montecristi (2008), que se dieron cuenta y reaccionaron cuando estaba en vigencia y se aplicaba en el país. Constitución chavista, similar a la que rige en Venezuela, con cinco funciones del Estado, que tiene sumido a ese país en la peor crisis de su historia, con un pueblo empobrecido y sometido por la dictadura que lleva 26 años en el poder.
En la Asamblea de Montecristi ni siquiera entendieron los problemas. Por ejemplo, en el tema de la seguridad social pusieron fondos provisionales en lugar de previsionales, que tuvieron que reformar años después.
Otro ejemplo de la historia reciente fue lo que sucedió en Chile, en donde se aprobó en la constituyente convocada un texto constitucional inicial muy cuestionado y extremista, que la mayoría del pueblo razonó y expresó su rechazo en las urnas.
Aquí hay una enorme responsabilidad, compartida por todos, autoridades, electores y fundamentalmente las organizaciones políticas, que deben proponer candidatos a asambleístas constituyentes y que ojalá, al menos en esta ocasión, piensen en el país, la gente y las nuevas generaciones.
Aunque resulta utópico que la clase política se sensibilice y postule nombres de representantes ecuatorianos, que sí hay, que no estén vinculados a las organizaciones y que sean patrocinados para ir a elaborar el nuevo texto constitucional, lo cual les dignificaría.
Que se involucre y comprometa a las universidades y a las diversas organizaciones de la sociedad civil, porque la construcción de una nueva constitución no solo es responsabilidad de los juristas y constitucionalistas, sino de diversos sectores, porque se abordarán temas fundamentales, como la seguridad, el sistema laboral, la economía, la salud, la educación, la seguridad social, entre otros.
Que no se vuelvan a burlar del país con solo candidatos fieles al partido o simples levantamanos, y que no piensen en el futuro del país y de las nuevas generaciones. Que a espaldas de sus electores vayan a cumplir consignas de los caciques, dueños de esas organizaciones, que han hecho constituciones a la medida (caso del 2008) de los intereses mezquinos que tienen, solo para beneficio de ellos, del grupo político, los amigos y seguidores y para intentar perennizarse en el poder.
Que sirva para dejar atrás las malas experiencias del pasado reciente y que escojan a asambleístas constituyentes primero honestos, dignos, capaces y verdaderos patriotas, que vayan a contribuir con propuestas sensatas, que piensen en el futuro del país y dejen sus ambiciones politiqueras.
Que hagan conciencia de lo que representa una constituyente y lo que vayan a elaborar como norma suprema. Que este sueño sea una realidad y no constituya otros sueños de perro en medio de las frustraciones con la desprestigiada clase política. (O)