Cuando pensamos en elecciones se incluyen disimuladamente una multitud de engranajes. Los más superficiales forman parte del decorado de una representación supuestamente “universal”, hoy en crisis. En este escenario se lleva a cabo la contienda electoral ecuatoriana. Pero las emociones de las masas, cada vez más volátiles, son aprovechadas como combustible por el populismo. Este las emplea para constituir una obra teatral que simula una democracia. Mediáticamente, el evento refleja más una pugna por la del régimen político que un punto de inflexión histórica. .