En estos días, nació el nuevo nieto de la señora que nos ayuda en casa. El bebé no tiene nombre porque no han podido inscribirlo en el Registro Civil, ya que “no hay especies”. No tiene plata porque su mamá trabaja a destajo como costurera y su papá estuvo desempleado por meses. No tiene un gran futuro porque Ecuador no puede ni cumplir con un esquema básico de vacunación que tuvo éxito por décadas. Pero lo que sí tiene, en este país de las maravillas, es la “prueba del talón”, un tamizaje neonatal de cuatro condiciones congénitas.

El tamizaje de hipotiroidismo congénito, fenilcetonuria, hiperplasia suprarrenal congénita y galactosemia ha costado varios millones de dólares al país, con el objetivo de dar atención oportuna para impedir la muerte precoz y discapacidad. Pero, en un país donde nueve bebés han muerto hasta mayo de 2025 por enfermedades prevenibles con vacunas como la de tosferina, tenemos que preguntar cuál es el sentido de la “prueba del talón”. Si no hay una infraestructura organizada, con los recursos suficientes para atender a la población en cuestiones elementales, solo se me ocurre que es para beneficiar a la empresa a cargo del tamizaje.

En 2023, Ecuador tuvo 15 casos de tosferina, pero, en 2025, sumó 874 casos solo en los cinco primeros meses, lo que significa que el sistema de salud dejó de vacunar sistemáticamente a la población. Es decir, se descuidó la atención primaria de salud mientras se realizaba un análisis de ADN cuyos resultados exigirían dar una atención en salud que realmente no se puede dar. Estamos a la deriva y abandonados por el Gobierno, sin información clara sobre quién se debe vacunar, dónde hay vacunas y qué pueden hacer los jóvenes y adultos que no tienen un refuerzo.

Según Esteban Ortiz Prado, miembro del Observatorio a la Implementación del Sistema de Información de Salud (OBSALUD), el Ministerio de Salud Pública (MSP) debería declarar oficialmente una epidemia de tosferina para mejorar las acciones preventivas, logísticas y comunicacionales. El número de casos semanales ha ido en aumento en comparación con años anteriores desde hace más de un mes, pero parece que el MSP no tiene claro cuándo debe declarar una alerta epidemiológica. Además, me atrevo a pensar que ha buscado disminuir la envergadura del problema para aparentar que lo tiene controlado.

La hija de un cantante ecuatoriano antivacunas tuvo un grave caso de tosferina, pero la persistente tos fue paliada con agüitas y ungüentos naturistas hasta llevarla al borde de la desnutrición. Después de un tiempo innecesario de negligencia, la familia se enfrentó a la realidad. Hay que vacunar, hay que buscar atención médica y, en el caso de la tosferina, hay que tratar con antibióticos. La tosferina es altamente contagiosa y puede ser muy peligrosa, pero la población no tiene suficiente información para tomar decisiones. Los anuncios improvisados de vacunación en uno u otro lugar de una ciudad y la clausura de clases en ciertos lugares son insuficientes. Con una asesoría adecuada, la autoridad sanitaria del país debe asumir la responsabilidad que tiene sin necesidad de crear una alarma excesiva. (O)