El presidente Lasso ofrece consultar al pueblo sobre un tema que no ha precisado. Posiblemente sea uno de los más abajo escritos. Creo que algunos personajes de la política protestan y se sienten amenazados o chantajeados porque el presidente, en su legítimo derecho, consulte al mandante. Es un error, porque cuestionar, en el sentido de preguntar, es un derecho elemental. La actitud de sentirse amenazados puede interpretarse como un implícito reconocimiento de que no están haciendo bien su trabajo. Más positivo sería que rectifiquen y se dispongan al diálogo para que las palabras iniciales de la presidenta Llori se pongan por obra. Así ganaremos todos.

La primera hipótesis es que el presidente pregunte al pueblo sobre su plan de reactivación económica, porque se avizora que algunos dogmas pueden caer y también algunos privilegios. Las líneas generales del plan son aspiraciones antañonas repetidas desde hace más de 50 años. El exceso de gastos del Gobierno central, y de algunos municipios, es un lastre que encauza mal los impuestos y los recursos del Estado. Sincerar los impuestos, facilitar la inversión, estimular la creación de empleo fueron necesidades expuestas por los presidentes Roldós y Hurtado, después de las dictaduras militares. Reducir la burocracia, fue tesis de los gobiernos serios. ¿Por qué ahora es anatema?

La segunda consiste en consultar si está de acuerdo en derogar la Constitución de Montecristi y sustituirla por la de 1998. Sobre el fundamento de esta pregunta he escrito en el pasado reciente. La vigente es una norma suprema tan defectuosa que ella misma se cree perfecta, por lo cual modificarla requiere de un largo proceso que lleva años, mientras el país amarrado en un asiento ve cómo el progreso pasa raudo y lo deja con sus viejas estructuras políticas.

La tercera opción es lo que llamamos la muerte cruzada. Es una alternativa muy peligrosa, porque el art. 148 de la Constitución permite al presidente disolver la Asamblea, pero tiene que convocar a elecciones de nuevos asambleístas y de presidente de la República, en el plazo de siete días. Es decir que “se van todos”, incluido él mismo. Puede gobernar por decreto previa aprobación del Tribunal Constitucional.

¿Quiere el presidente Lasso poner su cabeza en la horca? ¿Está muy seguro de que saldrá electo en las elecciones que deberán convocarse en un plazo tan perentorio por la autoridad electoral? ¿El mismo tribunal, algunos de cuyos miembros fueron fuertemente cuestionados en su imparcialidad?

¿El presidente Lasso duerme con las encuestas en la almohada, como hacen tantos gobernantes? Napoleón Bonaparte decía que tenía que gobernar con el oído pegado al suelo para percibir lo que el pueblo quiere. Si el presidente Lasso opta por la alternativa de la muerte cruzada, debe estar muy seguro de que ganará otra vez el solio. ¿Le alcanzará la buena gestión de las vacunas para todos? ¿Le agradecerá el voto de nuestra gente, con la reelección?

Felicitación. EL UNIVERSO es un periódico veraz, valiente y honesto. Ser centenario practicando estas y otras virtudes merece la gratitud de la Nación. Me honra que publique palabras mías. (O)