Se reconoce como brote epidémico a aquella enfermedad infecciosa que aparece en un momento y localidad específicos; y una epidemia involucra una propagación mayor y un alza de casos en un área geográfica concreta. Para inicios de esta década, se comprendió que las pandemias habían regresado y que se tratan de un brote epidémico presente en más de un continente con casos que ya han alcanzado la transmisión comunitaria.

¿Sorprende que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara que la viruela del mono representa una emergencia de salud internacional con el riesgo de convertirse en pandemia? ¿A qué se debe esta reincidencia en el fallo de reacción ante un potencial nuevo golpe al sistema de salud mundial?

Logramos lo imposible en la atención frente al COVID-19: la humanidad logró una vacuna en tiempo récord, en lo que parecería el inicio de la nueva normalidad. En octubre de 2021 fui becaria de la fundación de Bill y Melinda Gates para que líderes juveniles del mundo comprendamos los desafíos que implica “prepararse para las nuevas pandemias”. Hoy, esa aseveración ya no inquieta. En menos de un año vemos surgir una nueva amenaza que exige la agilización de las cadenas de suministro involucradas, una colaboración de cuatro hélices, entre sector público, privado, academia y sociedad civil, e inversión en investigación científica que favorezca una acción rápida, sostenible, equitativa y de alcance mundial.

La relación entre las pandemias y el cambio climático se sintetiza en la coexistencia entre la humanidad y los microbios

Pero ¿por qué se seguirán desarrollando pandemias? Evidencia científica ya advertía que el cambio climático es la mayor amenaza para la salud global del siglo XXI. Es una realidad que existan efectos negativos en la salud humana causados por contaminación del aire, contaminación del agua, incremento de alérgenos, eventos climáticos extremos, como el aumento de las temperaturas y la alteración de los ecosistemas naturales.

La relación entre las pandemias y el cambio climático se sintetiza en la coexistencia entre la humanidad y los microbios, como aquellos que causan enfermedades infecciosas mediados por el clima. Miles de investigaciones científicas anunciaban esta amenaza, y The Climate Reality Project las difundió para la formación de los Líderes de Realidad Climática, beca que recibí en julio de 2020 de parte del exvicepresidente de los Estados Unidos y premio nobel de la paz, Al Gore. Según Dobson, profesor de Princeton University, “el cambio climático está alterando los ecosistemas naturales de una manera que está mejorando la existencia de las enfermedades infecciosas”. Cada año se descubren, en promedio, cinco nuevas enfermedades infecciosas en el mundo.

Ahora las enfermedades infecciosas son en un 75 % zoonóticas, es decir, se transmiten de animales a humanos, contagio potenciado por actividades como la deforestación, pues quitan hábitats a las especies e incrementan su contacto con los humanos; también se la vincula con un 31 % de los brotes de enfermedades como ébola, zika y nipah. Mientras tanto, la fragilidad en la biosfera genera una crisis de salud pública mundial que golpea inicial y principalmente a los más vulnerables, hasta que el daño sea irreversible y generalizado. (O)