El jueves 23 de noviembre se posesionó Daniel Noboa como presidente del Ecuador. El momento más importante del evento fue el discurso político del presidente entrante ante la Asamblea Nacional, el cual según la Constitución de la República debió presentar los “lineamientos fundamentales de las políticas y acciones que desarrollará durante su ejercicio”. Pero, ¿qué mensajes, significantes y significados nos presentó el discurso de posesión?

En términos sustantivos, el discurso de Noboa tuvo un mensaje político central: la reivindicación de la juventud como medio para superar la vieja política. La familia de palabras más repetida en su alocución fue relacionada con “la juventud” -9 veces- y “lo viejo” -4 veces-. El significante “juventud” lo llenó con fuerza y audacia; mientras que “viejo” lo relacionó con revanchismo y esquemas fracasados. En esta línea, Noboa luego incluyó el antagonismo pro/anti de la cual se apropia diciendo ser pro-Ecuador y antinada; pero en política, ¿qué significa y cómo es posible ser antinada y protodo? No se puede estar con todo y con todos al mismo tiempo, ni bajo el llamado de la “unión”. Esta idea vacía es la negación misma de la política como espacio de procesamiento de conflictos.

Golpes de efecto

Peor que lo peor

Por otro lado, con relación a las políticas y acciones que desarrollará durante su mandato, dejó solo un mensaje claro: el objetivo es la reducción de la violencia a través de la generación de empleo. El significante “violencia”, repetido 4 veces, y “miseria” -palabra extraña a la política- mencionada 2 veces, fueron los problemas públicos priorizados en el discurso de Noboa. Y como línea de acción solo mencionó enviar proyectos de “reformas urgentes” a la Asamblea. Pero ¿qué nos dice esto? Primero, soslayó el rol del Ejecutivo en la gestión de políticas públicas y se enfocó solo en el de la Asamblea. Y más que nada, invisibilizó los demás problemas públicos y su caracterización. Cuando habló de violencia ¿a cuál se refiere? Además, ¿dónde dejó la desigualdad, pobreza, corrupción, rehabilitación social, etc.?

Por último, el discurso de Noboa dejó entrever un elemento clave al decir que pidió un plan de acción a cada cartera de Estado. Más allá de la intención de mostrarse como líder planificador, esta acción muestra un gran vacío: todavía no existe una visión y plan claros respecto a los asuntos públicos del país y esto quedará, por ahora, a discrecionalidad de cada ministro. Esto es un riesgo ya que la solidez y coherencia del programa político y su ejecución dependerán casi exclusivamente de las visiones particulares, el sentido de responsabilidad y capacidades de sus ministros escogidos, al apuro, quienes no tendrán tiempo para aprender ni equivocarse.

Las tareas del líder

Entonces, ¿qué nos queda del discurso de posesión de Daniel Noboa? Nos deja varios significantes flotantes como ser “pro-Ecuador” y su antagónico antinada; asimismo nos introduce a su idea de “un nuevo Ecuador”, un significante vacío que podrá ser interpretado de múltiples formas –joven, fuerte, audaz– y que refleja al mismo Noboa: un hombre con una sonrisa enigmática que parece que dice algo, no se sabe qué significa ni qué busca. (O)