“Nadien Lee”, esta frase tramposa y traviesa escrita en una postal amarilla de la librería mexicana Ghandi está colgada en mi estudio, al lado de unos textos enmarcados de Nicanor Parra y un posavasos del ya desaparecido café parisino Le temeraire, firmado por Alejandro Jodoroswki.

Es una provocación permanente para no olvidar el oficio de la lectura.

Guayaquil no es una ciudad que haga fácil este propósito. Un puerto comerciante con pocos espacios habilitados para la promoción y discusión literaria.

Por eso es un placer hasta sensorial el caminar por la Feria del Libro, ese tiempo y espacio tan bien trabajado que nos ofrecen cada año Expoplaza y la incondicional Cecilia Ansaldo.

Dando vueltas entre sus coloridos y atiborrados pasillos me topé con una grata sorpresa, en el sector de editoriales independientes se levantaba un tímido estante y ahí, presente, un exalumno que tuve en la Universidad Casa Grande, Santiago Toral, lo recuerdo muy bien en su primera clase, sentado en un círculo, se presentó tímidamente como un escritor. Han pasado muchos años desde ese día, y ya promueve su segunda novela y su propia editorial: Brazo de Mar, fundada hace un par de años junto con otra exalumna, Diana Pacheco; además, presentaba las producciones de otra editorial que dirige como profesor, junto con alumnos de la Facultad de Artes de la misma universidad: Canutero. De esa colección me llevé el fanzine Crónicas del manglar, de Jorge Martillo.

Ese gratificante momento me trajo a la memoria otros recuerdos de mi docencia en la Casa Grande, como aquella mañana en que bajo el furioso sol guayaquileño se me acercó un delgado estudiante cubierto por un largo y grueso abrigo negro, se presentó diciendo “Hola, yo soy poeta”, era un afilado Augusto Rodríguez, él junto con otros estudiantes, entre ellos, Miguel Antonio Chávez, fundaron el movimiento literario Buseta de papel y organizaban encuentros en los patios de la universidad y bares de Urdesa. Rodríguez ahora es un prolífico escritor publicado en diversas lenguas, gestor cultural, fundador y director del festival de poesía de Guayaquil Ileana Espinel, que desde el año 2008 ha traído a la ciudad a cientos de poetas y escritores de todo el mundo.

Por su lado, Chávez es un reconocido autor, nombrado como “uno de los 25 secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana”.

A ellos se suman otros exalumnos, entre ellos la provocadora Andrea Crespo, ganadora de numerosos premios y todos los estudiantes con los que trabajamos en el programa Jaula Abierta, destinado a transformar la vida de niños de barrios vulnerables a través de la lectura y escritura.

Me pongo a pensar y creo que tal vez no eres tú, Guayaquil, soy yo. Existen escritores y espacios para la lectura, hay que buscarlos, hay que descubrirlos, como, por ejemplo, el próximo lanzamiento del segundo fanzine de Jorge Martillo, Crónicas de la costa (Editorial Canutero), que será este sábado 27 de septiembre, a las 18:00, en el bar Puná (Malecón, junto a La Perla), con la participación de María Paula Briones y Raúl Vallejo, están todos invitados. (O)