La constituyente es el tema del momento. Algunas reflexiones.
Uno. El objetivo único y esencial de las decisiones colectivas es mejorar la vida de los ciudadanos, resolviendo sus principales problemas y trabas. Entonces…
Dos. Identificar los 10 principales problemas nacionales, sus diversos caminos de solución y luego algo clave: decidir cuáles de esos caminos requieren de una constituyente, cuáles solo cambios legales o incluso cambios constitucionales vía reformas parciales en la Asamblea Nacional, y cuáles de acciones y decisiones concretas en la vida diaria. Y en consecuencia avanzar por los tres caminos en paralelo.
Tres. Veremos que solo algunos temas requieren de constituyente, y aunque no se los puede minimizar, eso nos diría que la eventual negativa en el voto del 16 de noviembre no es grave, porque quedan abiertas las dos otras vías, y también que en caso de voto positivo no hay que mirar a la constituyente como la gran salvación nacional. No hay varita mágica, una buena constitución es un buen paraguas si permite fomentar las fuerzas internas de la sociedad en un marco de mayor respeto a las libertades y al control del poder (todo lo contrario a la de Montecristi), porque los cambios reales se dan en la vida diaria con esfuerzo de cada uno en su ámbito.
Cuatro. Lo más importante, en caso de ganar el sí, es que los constituyentes vayan con el espíritu no de imponer una mayoría, solo sus visiones, ¡sino de dialogar para hacer una constitución de los ecuatorianos que pueda durar largo tiempo!
Cinco. Constitución corta (menos de 100 artículos) que marque los principios, reglas, instituciones, políticas generales, cómo se divide el poder y su control vía derechos y garantías. Además, una justicia funcional y proba, seguridad jurídica robusta, apertura en sectores estratégicos, reglas laborales flexibles con seguridad social, tributación estable, general y sensata, cerrar el Banco Central. Y quizás un par de aspectos adicionales... Ojalá.
Nota en Salud. El Gobierno ha propuesto fusionar los servicios de salud del IESS a los del Ministerio de Salud Pública (MSP). No pretendo ser especialista en salud, solo compartir unas reflexiones.
Uno. En cualquier caso hay que separar en el IESS Pensiones y Salud.
Dos. La propuesta al ser 100 % estatal no es buena, no tiene incentivos para mejorar. Además genera dudas. ¿Se trata de integrar un sistema que funciona mal (IESS) a uno peor (MSP)? ¿El IESS entregaría al Gobierno el aporte actual de los afiliados del 5,7 %, o se queda con esos recursos para el quebrado sistema de jubilación, y debemos encontrar otros fondos vía impuestos para atender este segmento adicional de salud? ¿El IESS vende al Gobierno sus activos, transfiere su personal y qué hace con la deuda existente?
Tres. Hay una mejor opción que se comenta poco, un sistema como Singapur y otros, con una idea esencial: el ciudadano tiene la opción de elegir dónde atenderse (IESS, MSP o privados) para transparentar costos y despolitizar al sistema. El ciudadano (con apoyo estatal para los de menos ingresos) podría contratar un servicio de seguro amplio o ir a un sistema de dos pilares: un aporte a una cuenta de ahorro para salud y otro para enfermedades catastróficas. (O)