Por Sucre Calderón Calderón

Si mal no recuerdo, fue el gobierno del Dr. Mahuad el creador de los “bonos de la pobreza”, después llamados “bonos solidarios, que finalmente se denominan “bonos de protección”. Están destinados a los sectores más desprotegidos económicamente de la población, un segmento de un 15% de extrema pobreza.

Los bonos tienen un doble filo, por una parte ayudan a aliviar la extrema pobreza y por otra, mal acostumbran a su población extremadamente pobre a la gratuidad o a la caridad pública; aunque se justificarían en este tiempo por los efectos nocivos de la pandemia, la falta de trabajo y las pérdidas económicas en los sectores campesinos de la Costa y la Sierra.

La pandemia también redujo los ingresos de la pequeña y mediana industria y de los emprendedores, muchos de ellos quebraron y cerraron sus negocios. Algunos establecimientos educativos privados redujeron un 25% de sus empleados, a aquellos que no tenían ocupación en tales establecimientos, por estar cerrados, por ejemplo choferes, personal de limpieza, administrativo y profesores sin alumnos a quien educar, etc.; para sostener al resto de profesores para la educación virtual. Se multiplicaron las demandas laborales y las liquidaciones estratosféricas, poniendo en riesgo de cierre a tales establecimientos.

El Gobierno nacional destinó unos $ 67,6 millones para cubrir el bono de $ 120 el mes pasado (febrero), financiado por el BID y el segundo en marzo del presente año, para el cual no hay financiamiento.

Alrededor de 225.000 personas ingresarán al Registro Social, cuyos voceros indicaron que ya están seleccionadas por el Ministerio de Economía, según informa la prensa. ¿Qué metodología usan para escogerlas?, lo ignoro. La única condición es que estas personas (beneficiarias) no hayan recibido ningún bono anteriormente; beneficiarios que se encuentran ya en una base de datos. Y tales dineros se depositarán en cuentas de ahorro o en cuentas de los bancos privados, BanEcuador, y de los “corresponsales” no bancarios. Todo torrente circulatorio que se destina a la población siempre tiene un efecto inflacionario, aun cuando si es cierto que estimula el consumo y reactiva la economía, siempre y cuando ese dinero se lo gaste racionalmente, ahorrando y desterrando gastos superfluos, de otro modo no funcionarán estas “ayudas” gubernamentales y seguiremos con el cuento del gallo pelón; sobre todo si estos bonos se entregaron días antes de las elecciones de febrero. (O)