Tras unas semanas muy tensas, preocupantes, incluso para algunos ha sido de desesperanza y desilusión por la situación y el futuro del país, toca reflexionar sobre lo que el país necesita y merece. Y la primera respuesta es que no nos merecemos que los principales titulares noticiosos sean de inseguridad, delincuencia, corrupción, y demás. Merecemos ver buenas noticias, necesitamos combatir el desempleo, la pobreza, que venga inversión, y que la economía crezca. Que Ecuador se recupere, que volvamos a sonreír llenos de esperanza e ilusión de que vendrán días mejores. Necesitamos menos política, y más economía. Y, mejor aún, tomar como guía el modelo de la triple hélice del desarrollo: unir al sector público, el sector privado y la academia. Trabajar en equipo.

Debemos superar los conflictos que solo buscan crear división entre hermanos ecuatorianos, buscar consensos para que pueda haber cambios importantes. Al mismo tiempo, impulsar las reformas productivas para que las empresas puedan recuperar los niveles de ventas y rentabilidad que le permitan seguir operando, incentivos para la inversión privada local y extranjera, y concretar los acuerdos comerciales que nos ayuden a incrementar las exportaciones e importaciones.

Hago un llamado a todos los líderes del país, que cambiemos la mentalidad, hay que ser más para servir mejor, y que puedan pensar cada vez menos en las consecuencias políticas de las acciones que tengan que ejecutar, la popularidad de las decisiones que tomen, los resultados esperados de las siguientes elecciones, o la administración del capital político; y en su lugar pensemos mucho más en soluciones económicas: reducción del gasto público para equilibrar las finanzas del Gobierno, fomentar el ahorro para los momentos difíciles e imprevistos, y convencernos de que si queremos crecimiento económico, necesitamos facilitar la inversión.

El país no puede seguir en peleas o disputas infructuosas, acusaciones que no llevan a ningún lado y que no benefician al país, todos queremos trabajar y producir. Para ello también necesitamos no solo que ya no aumenten los impuestos, sino que además pudieran ser eliminados o por lo menos reducidos a cifras razonables para que no influyan de manera negativa en las decisiones de inversión y emprendimiento.

Al final del día, hay que reconocer que todos estamos detrás del mismo objetivo: que Ecuador pueda resolver sus problemas y tomar la senda del crecimiento. Para ello hay que adecentar la forma de hacer política, es decir, castigar severamente la corrupción, ser intolerantes con la falta de ética, y no dejar pasar ni la más mínima falta de respeto al correcto uso de los fondos públicos, y también dejar atrás los prejuicios y escuchar las diferentes propuestas de todos los sectores económicos, pero sin caer en prácticas arcaicas de proteccionismo, subsidios o favores especiales a determinados gremios.

El país merece un mejor entorno. Menos política, más economía. Menos trabas, más producción. Dejar de pensar en el corto plazo, y enfocarnos en la sostenibilidad en el largo plazo. Son tiempos de crisis, tiempo de trabajar juntos con transparencia. (O)