El país despierta esta semana a reconocer de cuatro a seis tendencias políticas relevantes. En la medida en que vamos alejándonos del gobierno de la década desperdiciada, la polarización antagónica disminuye y con ello surgen esperanzas de formas más democráticas.
No podemos aún analizar a profundidad la votación, pero existen algunas pistas de qué pasa al decidir el voto. Muchos ecuatorianos prefieren políticos que ofrezcan menos enfrentamientos, más apertura a temas de defensa de derechos: diversidad sexual, feminismos y ecologismos. Por el lado negativo, la diferencia de propaganda y fuerza entre candidatos es injusta y distorsiona la posibilidad de conocer mejor sus propuestas. Las encuestas siguen fallando y son utilizadas para manipular la decisión en cuanto agregan miedo (como aquel rumor de que el correato ganaría en primera vuelta) o exhortan a descartar candidatos que bien podrían estar en segunda vuelta. Hervas parece que entusiasma a más gente de toda edad por su ecuanimidad que por mensajes de TikTok. Le da una oportunidad a la ID que hace décadas no tenía: mostrarse como una socialdemocracia moderna y trabajadora, lejos de personalismos y cuotas políticas.
La millonaria campaña de Arauz fue reflejo del caudillismo que representa, ofrece meter las manos en fondos del IESS, GAD, Banco Central y otros para cumplir una oferta de compra de voto que pondría en peligro la dolarización. La prepotencia de sus seguidores más activos hizo recordar al 68 % de la población no solo la corrupción, sino la violencia del discurso que a tantas personas amenazó y persiguió por su pensar distinto. La capacidad del correato de manipular con propaganda sigue intacta, será difícil de vencer.
Lasso obtuvo menos votos que en las dos elecciones de primera vuelta en que participó antes, a pesar del beneficio de votos de utilidad. Hizo algo loable al aceptar el recuento de votos que Yaku pidió para disminuir las dudas del proceso. Ese debe ser el inicio de una alianza para ganar la segunda vuelta con base en acuerdos programáticos.
La votación de Yaku, lejana a previos techos de candidatos de Pachakutik, muestra que han encontrado a quien convoca más allá del movimiento indígena. De hecho, el ala de los radicales y violentos representados en Iza y Vargas no lo apoyaron en esta campaña. El acuerdo entre Lasso y Yaku debería llevar a Quishpe a la presidencia de la Asamblea o a Monge en caso de que sea Yaku el ganador. Esto garantizaría equilibrio de poderes del Estado, así como la ejecución de los puntos de la alianza electoral en los próximos años.
Es bueno también que otros países vean que Yaku representa el pensamiento de izquierda de Ecuador cada vez más ecologista, no violenta y democrática. Logra 20 % de apoyo a pesar de contar solo con fondos estatales que sirvieron para mostrar la creatividad de una campaña alegre y ética.
La segunda vuelta ofrece la oportunidad a quien enfrente al correísmo de hacer algo inédito en la política nacional: acordar de manera transparente las políticas con las que gobernarían y las cuotas de poder que los partidos de la coalición tendrían para lograr esos objetivos. Una luz de esperanza, sin duda. (O)