Pensamiento y lenguaje son actividades esenciales del ser humano. Pero siendo prudentes con lo que expresamos, muchas veces guardamos silencio antes de emitir una respuesta u opinión para no ser malinterpretados o no incomodar a otros.

Hace tiempo, en un foro sobre temas relevantes de la ciudad, una de las autoridades que conformaban el panel se dirigió a la organizadora diciéndole “mijita”. Al escucharlo pensé: qué tal que le respondieran con un “papito”.

En estos días, además del grotesco enfrentamiento entre consejeros de Transparencia y Control Social en disputa por la presidencia de ese organismo, y de la comentada boda de la alcaldesa de Guayaquil, ha tenido bastante atención en redes sociales el trato que reciben algunas periodistas y presentadoras en los programas deportivos por parte de sus compañeros y la manera como ellas reaccionan. A raíz de que una excolaboradora de una radio publicara en sus redes: “Me vinieron a denunciar que les pidieron favores sexuales a cambio de trabajar en esa radio”, resurgió la polémica por un comentario de hace meses.

“¿Qué hace usted para estar tan buena?” fue la pregunta que originó la comidilla, traspasó fronteras y llevó a la Fiscalía de Ecuador a anunciar que se abría una investigación de oficio por presunto acoso sexual a periodistas deportivas. La presentadora agregaría al diálogo: “Tan buena gente...”, pero su interlocutor puso énfasis: “Yo soy directo, ¿qué hace?, ¿qué hace usted para estar tan buena?”.

Disculpas de por medio y explicaciones disimuladoras posteriores, sin obviar las reacciones en redes sociales por las intervenciones, no cabe mirar para otro lado mientras se va diluyendo la atención sobre el asunto. Sirve la coyuntura para revisar los comportamientos y reacciones que se suelen adoptar respecto a esas actuaciones que no solo ocurren en la programación deportiva, sino también en otros espacios donde el conductor se las da de galán o en diversos ambientes laborables, profesionales, educativos y un largo etcétera.

Miles de caracteres se digitaron mostrando diversas posturas, explicaciones e interpretaciones a propósito del video alusivo al tema subido por el portal @lahistoriaec. Hubo quienes dijeron que ese tipo de comportamientos se soportan por las relaciones de dependencia o subordinación, otros sostuvieron que algunas afectadas alientan esas prácticas. Pero hubo un comentario en particular, muy escueto, que para mí fue revelador: “¿Pero cómo hace?”. Las tres palabras resumen la supervivencia de esa práctica, porque, como dijo la periodista aludida: “Nosotros hacemos un show para poder entretener al público”. Y quizás, mayoritariamente, esa audiencia lo ve como normal y hasta lo celebra.

La virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación, que se nos inculcaba durante la formación temprana en la niñez, forma parte del respeto y consideración expresados hacia los demás, que se nos debe corresponder. “Respeta para que te respeten”, nos decían. Pues el respeto, que se expresa con acciones y el habla diaria, se aprende de los mayores, de los personajes visibles, de quienes se constituyen en referentes. (O)