Considero que esta penosa realidad presente a través de muchas décadas por no decir de siglos atrás se la podría evitar si existiera una cultura de una verdadera enseñanza por parte del Estado y por ende de la sociedad (hogares) en donde se aprenda y se eduque que para estar alegre, contento, divertido, feliz no se necesita de ninguna bebida alcohólica, llámese (aguardiente, cerveza, ron, vino, champagne, coñac, whisky, etcétera); porque la felicidad viene del espíritu, del gozo interno de cada ser humano que tiene la dicha de estar vivo, sano, fuerte, útil, saber que somos hijos de un solo Dios, que Él nos bendice y protege con su infinito amor de Padre Todopoderoso.

El hombre creó el licor para deleite de quienes se alejan de su camino para transitar por senderos del placer, del tener y del poder. Así ellos son aprovechados por los dueños de los negocios de licores que tienen sus bolsillos repletos de dinero.

Las personas que se enferman de alcoholismo y son dependientes del licor se ven obligadas a consumir al menor precio y en cualquier lugar dicha bebida, porque también hay otros que no les importa elaborar con sustancias tóxicas algún preparado que el consumidor no repara en su obsesión de beber y beber, por lo tanto se produce la fatalidad para quienes ingieren estos preparados irregulares.

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La autoridad muchas veces se hace de la vista gorda, por lo tanto la sanción nunca llega a cumplirse debido a que las víctimas no tienen recursos para seguir una demanda contra los responsables de las tragedias que sufren los familiares de los bebedores. (O)

Manuel Estalin Cañizares Villamar, profesor, Daule


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Hay la imperiosa necesidad de ahondar en el aprendizaje y la práctica de valores y principios que se están olvidando a pretexto de que hay que vivir la época actual.

Si existe una ley, hay que aplicarla determinando sanciones acordes al delito que se cometa y dictando normas que se ajusten a la realidad, para de esta manera evitar muertes por estas causas. Además, sería importante revisar que las autoridades que se designen para dichos controles cuenten con la idoneidad necesaria para ocupar estos cargos y que se eduque a la población para que tomen conciencia de lo que no deben hacer, por el bien de ellos mismos y de la comunidad ecuatoriana. (O)

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José E. Ortoneda Sánchez, Bahía de Caráquez, Manabí