La visita del secretario de Estado Marco Rubio reafirma la intención del Gobierno de ser un socio estratégico para los Estados Unidos. Muchas cosas se pueden criticar de ese país, pero muchas más merecen el reconocimiento de la historia y de los demás pueblos del planeta.

Jamás, por ejemplo, un proyecto gobierno a gobierno ha tenido con los Estados Unidos la corrupción que los proyectos con China han demostrado en Ecuador. La Unión Soviética, cuya visión imperialista y dictatorial la ha heredado la Rusia de Putin, le cobró la ayuda a Cuba hasta con sangre cubana que tuvo que ser derramada en Angola.

Proclamar a la democracia como el mejor sistema de gobierno y la mejor forma de organizar políticamente a una sociedad, por más imperfecciones que este sistema tenga, es absolutamente incoherente alinearse con el eje China-Rusia, que incluye como satélites a Irán, Corea del Norte, Cuba, Venezuela y Nicaragua, entre otras joyas antidemocráticas.

El alineamiento por lo tanto con las verdaderas democracias de Occidente es lógica para nuestro país.

Pero esa definición en cuanto al posicionamiento del Ecuador en la geopolítica mundial, que es positiva, no resuelve el tema de la seguridad ni de nuestro desarrollo.

Y en el primero de estos dos puntos sí hay corresponsabilidad directa de los consumidores, ya que la criminalidad tiene directa relación con las mafias de la droga y estas no existirían sin la demanda del producto.

Por ello, los $ 13 millones de “ayuda” que ofrecieron los EE. UU. son irrisorios frente al tamaño del problema, y más todavía cuando se los compara con los $ 5.000 que en su momento recibió nuestro vecino del norte para el famoso plan Colombia, el cual exitosamente manejado por el presidente Uribe produjo un gran resultado en la reducción de la criminalidad y el debilitamiento definitivo de las guerrillas y los movimientos subversivos.

Muchas veces se exige que los Estados Unidos o los países ricos ayuden a los pobres. La solidaridad internacional obliga a esto, pero es un grave error creer que la salida de la pobreza depende de que los países ricos hagan a los pobres salir adelante con dádivas.

Hay un contrasentido en querer apoyar la lucha contra el narcotráfico y poner aranceles a los productos exportables que pueden generar empleo y dar una opción de trabajo a quienes al no tenerla se unen al narcotráfico y a la criminalidad.

La lucha contra la criminalidad del Ecuador debe partir de una economía que ofrezca opciones de trabajo y que tenga crecimiento. Eso depende fundamentalmente de políticas nuestras, pero esa lucha requiere también la coherencia de los países consumidores. La droga que sale de nuestros puertos y va de controles ingresa por puertos de los países desarrollados y consumidores, donde también evade controles. Pero todo el peso de la lucha contra los carteles está puesto sobre los hombros de los países productores y de países que, como el Ecuador, son de tránsito para las rutas de la droga.

En tal sentido, la visita del secretario de Estado confirma y reafirma un patrón equivocado de décadas y que se sigue repitiendo.

Bien nuestro alineamiento político, muy poca esperanza de ayuda efectiva contra la violencia. (O)