La demencia (deterioro de las funciones cognitivas que interfiere con la vida diaria) es una enfermedad neurológica con una tasa de prevalencia que va en aumento. No es una condición relacionada con el envejecimiento normal (la demencia senil no existe), y es una de las principales causas de discapacidad y de dependencia en los adultos mayores, pues afecta paulatinamente la memoria y el comportamiento hasta perder la autonomía funcional. La enfermedad de Alzheimer es el tipo más común de demencia y, aunque es más frecuente después de los 60 años, también puede ocurrir en edad más temprana. Ningún tipo de demencia tiene tratamiento curativo. Los tratamientos disponibles ayudan a aliviar los síntomas y a retardar la etapa de dependencia total. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 había en el mundo 55,2 millones de personas con demencia, en 2030 habrá unos 78 millones y, en 2050, unos 139 millones. La demencia es la séptima causa de muerte en el mundo y el 65 % corresponde a mujeres.

La población con demencia requiere atención, respeto, cuidado e inclusión.

El Plan de acción mundial sobre la respuesta de salud pública a la demencia, de la OMS, se inició en 2017 y finalizará en 2025. El propósito ha sido comprometer a los Estados miembros a elaborar políticas de intervención frente a la demencia, priorizándola en la agenda mundial de salud, para, así, poder mitigar su impacto económico en la sociedad y en los sistemas de atención sanitaria. Además de la intervención de los gobiernos, se requiere la de la sociedad civil, los académicos, los proveedores de atención de salud, el sector privado, y la de los pacientes y sus familiares. Se calcula que, en 2019, el costo mundial de la demencia fue de $ 1,3 billones. Para 2030, sumando el costo de la prestación de atención médica, el valor llegará a $ 2,8 billones. El costo anual por paciente se incrementa en la medida en la que aumenta la gravedad de la demencia.

En su informe de 2021, la OMS señala que el 58 % de los países cuenta con planes y directrices para reducir el riesgo de demencia, en su mayoría corresponden a países con ingresos altos. En países con pocos recursos hay fallas en el diagnóstico y predomina la atención informal del paciente. Atención que recae especialmente en las mujeres y que, según la OMS, hace que ellas constituyan el grupo poblacional con mayor número de años de vida saludable perdidos asumiendo la atención de enfermedades con discapacidad.

Hasta ahora, el 21 % de los Estados miembros de la OMS ha iniciado campañas de sensibilización. Los pacientes con demencia suelen ser estigmatizados, discriminados y violentados en sus derechos. Campañas masivas de educación para la población son necesarias para un correcto entendimiento de lo que es la demencia y de sus factores de riesgo y de protección. Se requiere desmontar mitos y estereotipos existentes respecto al envejecimiento. Los cuidadores también requieren preparación, sensibilización y protección, ellos enfrentan diariamente situaciones de estrés.

La población con demencia requiere atención, respeto, cuidado e inclusión. En materia de salud pública, poco se hace por este grupo poblacional que cada vez es más numeroso. (O)