En su inolvidable novela El mundo es ancho y ajeno, Ciro Alegría narra la historia del Letrado, un joven quien, tras exitosos estudios secundarios, decidió completar su formación aprendiendo de memoria el diccionario. Cuando su vida se cruza con la trayectoria del relato, el Letrado está atravesando un campo sembrado abstraído en la letra Ch. No he llegado a ese grado de demencia, pero un diccionario es un peligro en mi mano. Voy a consultar el significado o la ortografía de un término... y me fui, puedo pasar horas saltando de una palabra a otra, páginas tras página, deleitándome con la maravilla del lenguaje, y con el néctar de este, el sentido.
La Academia Ecuatoriana de la Lengua
Más si es un tomo hermoso, bien editado y con tipografía nítida y clara. Ese es el caso del Diccionario académico de ecuatorianismos, publicado por la Academia Ecuatoriana de la Lengua, en este su año sesquicentenario, que me ha atrapado en estas semanas en varias ocasiones. Empecé por chaucha y terminé en kikuyo dos horas después... me devuelve a la realidad el humo de la mermelada que se quemó. Pero estas búsquedas, que pueden dar en un incidente gracioso, parten de algo perfectamente serio como es registrar el lenguaje cotidiano y familiar de los ecuatorianos en un volumen monumental de más de mil doscientas páginas.
Es el resultado de ocho años de trabajo de la Academia, que llegaron a buen fin siendo directora la ilustre intelectual cuencana Susana Cordero de Espinosa. Obra de un numeroso equipo de expertos y amantes del idioma, en primer lugar, una comisión de lexicografía compuesta por nueve destacados académicos, entre los que debe nombrar a Fernando Miño-Garcés, lingüista especializado en el habla ecuatoriana, quien había puesto singular empeño en esta publicación y que falleció prácticamente cuando el Diccionario salía de las prensas. De otro lado estaba un equipo profesional de lexicógrafos y correctores que contribuyeron con su pericia a hacer de esta publicación un producto académico y editorial irreprochable. En estas labores contaron con el apoyo de un grupo de asesores, auxiliares y pasantes que ayudaron a levantar esta obra indispensable.
No hay que buscar un propósito nacionalista o reivindicativo en el estudio, registro y sistematización de los ecuatorianismos y, en general del español ecuatoriano, que es una variante reconocida y reconocible de la lengua madre. Es la respuesta a una necesidad, que tiene aplicaciones en campos tan distintos y fundamentales como la medicina, la historia, la creación literaria, el análisis literario, la política, la sociología, en fin, casi no hay actividad humana en la que no esté implicada tan vital factor. El lector sabrá encontrar de qué maneras, muy importantes todas, se aplica este criterio en los casos citados, pero resalto su papel en las ciencias y artes jurídicas, en las que la precisión y el sentido de los términos es cuestión de vida o muerte. Se solía recurrir al Diccionario de la Real Academia Española, pero ese uso estaba superado por la realidad, el habla corriente ecuatoriana era otra, era menester pues un libro que descifrase nuestro hermoso, ingenioso y entrañable lenguaje. (O)