Así se la llamó a la flota española con la que el rey Felipe II, católico, intentó invadir a la Inglaterra de Isabel I, protestante. Los malos vientos, y la resistencia inglesa echaron a pique a la Armada Invencible.
Esto recuerdo con motivo del juicio político entablado contra el presidente de la República, Guillermo Lasso, y que se ha iniciado, desarrollado y ha sido aprobado (su admisibilidad) por la Corte Constitucional (CC). La admisibilidad fue declarada por la CC en relación a una acusación de posible peculado en Flopec, la empresa pública a cargo del transporte de petróleo de Petroecuador.
El almirante Estupiñán, como gerente de Flopec, decidió cancelar unilateralmente, por perjudicial al país, el contrato de transporte del petróleo ecuatoriano con la Compañía Amazon Tankers. Inmediatamente, el directorio, presidido por el señor Luque, hoy prófugo, removió de su cargo a Estupiñán; este habría, sin éxito, tratado de explicar el caso al presidente Lasso; además, interpuso un recurso de protección y la autoridad judicial dispuso se le restituya en su cargo de gerente, lo que no ha ocurrido.
Este me parece un caso que, si se hubiera atendido oportunamente, no habría llegado al enjuiciamiento por presunto peculado al presidente, que tanto daño le ha traído, y le traerá, aún más, al Ecuador. Por este asunto, pues, ha sido removido el gerente de Flopec y hoy está siendo enjuiciado el presidente de la República. La compañía sigue con su negocio, sin pestañear. Por eso la llamo la Armada Invencible. Alrededor de la EMCO, la empresa madre de las empresas del Estado, se armó un escándalo que ha significado las fugas, las renuncias de colaboradores cercanos a la Presidencia, y ha dado lugar al reportaje periodístico denominado el Gran Padrino; uno de los personajes involucrados ha sido asesinado en estos días, las mafias lo localizaron en territorio ecuatoriano, lo que no pudieron el Ministerio del Interior y la Secretaría de Seguridad; si es que lo intentaron.
Para contribuir a estropear la imagen internacional, el presidente ha designado como canciller al ministro del Ambiente, de profesión agrónomo, me parece, y con total desconocimiento y experiencia en derecho internacional.
La función del canciller, esencialmente, es de asesorar al presidente en materia internacional, negociar los tratados internacionales, representar al país en foros internacionales como la OEA, la ONU, a la que los demás países mandan a personas duchas en la materia, con experiencia. El designado se encontrará ante sus funcionarios, y ante sus pares, en la incómoda situación de no comprender las materias de que se está tratando. El presidente debería reconocer los errores internacionales cometidos en su periodo: se justificó, en Bogotá, el bombardeo colombiano a territorio ecuatoriano, en Angostura; se aceptó la apertura de una oficina ecuatoriana en Jerusalén, en contra de la prohibición expresa del Consejo de Seguridad de la ONU, y con lo cual desconocimos nuestra posición de dos Estados para los territorios de Palestina e Israel, sostenida hasta por los Estados Unidos. La lista es larga. (O)