Guayaquil nació en las montañas andinas, en la actual provincia de Chimborazo. Después de siete traslados, se asentó definitivamente en la Costa para iniciar su crecimiento indetenible. El sitio escogido fue la desembocadura del Daule y Babahoyo, en la falda de la colina Santa Ana o cerro de la Culata, según algunos historiadores, como el doctor Rafael Euclides Silva, en Biogénesis de la ciudad de Guayaquil y en Cronología histórica de Guayaquil colonial.
Fue fundada por Diego de Almagro con el nombre de Santiago de Quito el 15 de agosto de 1534, en Riobamba (llanuras de Liribamba), conforme lo sostienen Miguel Aspiazu Carbo y José Gómez Iturralde, basados en las investigaciones de Dora León Borja y Julio Estrada Ycaza, para quienes, en 1547, se habría asentado donde hoy se encuentra, a orillas del río Guayas, sin que se conozca la fecha exacta.
Lawrence A. Clayton, en su obra Los astilleros de Guayaquil colonial, dice: “En 1547, ya iniciadas las guerras civiles, Francisco de Olmos buscaría un lugar más seguro, como defensa contra la amenaza de los pizarristas y para evitar las molestias de las inundaciones, encontraría un lugar más a propósito sobre el cerro Santa Ana, a orillas del río Guayas. Allí levantaría a Santiago de Guayaquil, esta vez para siempre...”.
Rodolfo Pérez, en Nuestro Guayaquil antiguo, refiere que después de su reasentamiento definitivo, Guayaquil contaba con dos calles que bajaban del cerro hacia el sur, denominadas calle Real (actual Rocafuerte) y calle Nueva (Malecón), a orillas del Guayas, angosta y sinuosa. Cincuenta años después, llegaba hasta la calle hoy llamada Roca, con tres esteros de por medio. Las casas eran grandes, de madera, con techos de tejas, chazas en las ventanas, patio y soportales.
A comienzos del siglo XVII, dice J. Gabriel Pino Roca, en Leyendas, tradiciones y páginas de historia de Guayaquil, contaba con 71 casas, cuatro iglesias, una de ellas la parroquial, consagrada al apóstol Santiago, patrono de la ciudad. “En la Atarazana, establecida desde que echó raíces la urbe, había aserraderos, depósitos de madera, y algunas tiendas… En este pequeño astillero se construían barcos de hasta 400 toneladas... También se labraban canoas de todo tamaño y se amarraban, techaban y arbolaban las características balsas”. Guayaquil era, entre todas las provincias del Virreinato del Perú, la más rica en materiales para la industria naval y el puerto más importante del reino de Quito.
A comienzos del siglo XVII, según Clayton, la ciudad tenía 786 habitantes, 61 casas, “labradas de madera y cubiertas con tejas”. Según Silva, había 4 tiendas de comercio, con toda clase de productos de Castilla, Perú, Nueva España y de la Sierra. Pino Roca agrega que era administrada por los españoles, mientras los criollos tenían a su cargo la actividad comercial y la industria. Se exportaba madera de guachapelí, roble, amarillo, palo negro y varas de mangle.
El siglo XVII no fue benéfico para Guayaquil. En 1624, 1684 y 1687 fue atacada por los piratas. En 1628, relata Rodolfo Pérez, en Nuestro Guayaquil antiguo, el vecindario reunió 4.000 pesos para amurallar la ciudad, habiéndose construido solo un pequeño fortín, que ahora conocemos como la Planchada, en el barrio Las Peñas. (O)