La reestructuración del Estado y la salida de 5.000 personas puede ser una nueva tragedia o una ventana de oportunidades. Depende de qué objetivos orientan el accionar del gobierno.

El Estado es la instancia en la que la ciudadanía entrega su confianza y cada gobierno de turno dirige ese aparato transitoriamente. Así, Estado y gobierno no son sinónimos. Sin embargo, para que un Estado pueda atender a sus familias se requiere contar con recursos suficientes y una planificación financiera a largo plazo.

En las últimas tres décadas los Estados se transformaron y aquellos derechos como la movilidad humana, el acceso a la salud, educación o información se diluyen por las circunstancias que rodean a las naciones. Se debilita la idea de Estados garantistas de derechos, porque cada derecho exige dinero. Sin embargo, cada dificultad es una ventana de oportunidades. Por ejemplo:

La expulsión de los migrantes ilegales y las restricciones al ingreso de extranjeros es una posibilidad para recuperar talentos nacionales que migraron por falta de espacios en sus territorios. El retorno puede crear nuevas esperanzas si es gestionado con un fuerte análisis situacional.

En cuanto a la salud, no es un derecho en la mayor parte de países. Y servicios como la reconstrucción dental solo se alcanzan si se tiene dinero. Y aquello puede convertirse en una opción para los territorios donde los servicios de salud son más baratos, y así surge el turismo de salud.

La educación gratuita y universal quedó solo en los primeros años. Mientras que el acceso a la educación superior pasa por el otorgamiento de cupos. No obstante, gente visionaria creó las modalidades de educación virtual en universidades internacionales, donde se puede ingresar con menos restricciones y acceder a educación de calidad.

Hace unos años nos ilusionó la posibilidad de opinar en las redes sociales. El internet parecía democratizar el acceso a la información. Pero el acceso a la verdadera información tiene un costo, como el acceso a artículos científicos y patentes. Y aún ahí hay una oportunidad, porque las ideas innovadoras pueden patentarse y sus dueños beneficiarse de esos conocimientos registrados.

De ahí que el rol de los gobiernos es fundamental. Si un gobierno impulsa ideas innovadoras y generadoras de recursos como el turismo de salud, la migración controlada, la educación transnacional o el registro de patentes. Las dificultades se transformarán en ventanas de oportunidades si se gestionan apropiadamente.

Pero toda gestión implica la convocatoria a los mejores talentos para que elaboren diagnósticos certeros, diseñen estrategias, comuniquen adecuadamente, construyan consensos y pongan en marcha procesos de transformación social que se centren en la búsqueda de soluciones y no reduzcan la gestión a la coyuntura.

Para gobernar sabiamente no hay recetas y cada país debe buscar a los más capaces para que junto con todos iluminen la toma de decisiones. Al final de cuentas, las familias evalúan a sus gobiernos de una manera práctica: “¿estamos mejor ahora que antes?”. Y con esa simplicidad sostienen o quitan el respaldo a sus gobernantes. (O)