Probablemente, muchos médicos jóvenes de las últimas generaciones de graduados de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) desconozcan la historia de la escultura que, por más de 50 años, ha lucido como mural en la fachada de la Facultad de Ciencias Médicas. Seguramente, tampoco conocerán mucho sobre su autor: José Manrique Izquieta, médico y escultor guayaquileño, fundador de la Facultad de Medicina en 1968 y su primer decano. He querido rescatar hoy su presencia histórica en la escuela donde muchos médicos nos hemos formado.

Esa obra de arte, llamada El simbolismo médico, fue esculpida por el propio Manrique Izquieta en 1971 y donada a la facultad. Consiste en un mural de 6 m de extensión, que exhibe una cruz con la figura de un hombre (médico) que porta la vara de Asclepio en la mano derecha, mientras con la izquierda sostiene a un hombre (paciente) protegiéndolo o quizás rescatándolo. “Es la representación constante de la lucha eterna entre la vida y la muerte, sabiendo que la misma es injusta porque la muerte siempre vencerá” (Revista Medicina FCM-UCSG, vol. 17 n.º 4, 2011). La imagen de esta bella escultura ha sido, hasta ahora, el ícono de nuestra facultad y el de su revista médica.

Manrique Izquieta fue cardiólogo y escribió varios libros médicos y no médicos. Uno de ellos, Medicina humanizada, capítulos de la cátedra que no existe

Otras obras de arte, igual de significativas y del mismo autor: La lucha eterna y Las teorías teológica y biológica del origen del hombre, se exhiben en la oficina del decanato de Medicina, así como en el auditorio, donde la escultura tiene escrito este texto: “Médico es aquel que no olvida el alma de su enfermo”. Manrique Izquieta fue cardiólogo y escribió varios libros médicos y no médicos. Uno de ellos, Medicina humanizada, capítulos de la cátedra que no existe, recoge su pensamiento humanista acerca de lo que debe ser la enseñanza de la medicina en las universidades. Expresa, en su prólogo: “Si se enseña a ser médico tiene que enseñarse a ser humano (…). Si los procedimientos producen dolor, tensión emocional, desasosiego, etc., no se puede prescindir de ellos para lograr un objetivo técnico”.

Manrique Izquieta fue, además, el pionero en la dignificación de la vejez al ser promotor de la fundación de la Escuela para adultos mayores adscrita a la Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil, en 1984.

Al igual que Matilde Hidalgo de Procel, Manrique Izquieta es un referente de la medicina ecuatoriana, sobre todo de la guayaquileña. Su pensamiento acerca del peligro de la deshumanización de la medicina sigue vigente. La tecnificación del ejercicio médico y el concurso a futuro de la inteligencia artificial son dos derroteros contra los que habrá que luchar para no perder el sentido humano de esta profesión.

No debemos ni podemos desconocer la historia. Por ello hago un llamado público a las autoridades de la UCSG, para que se rescate la presencia de la obra de Manrique Izquieta con su mural El simbolismo médico, que ha sido triste y groseramente ocultado por una nueva construcción mal diseñada y planificada. Es un ejemplo más de lo que es Guayaquil en su crecimiento desordenado, donde las nuevas edificaciones se construyen sin pensar en el daño estético y ambiental que producen. (O)