Pocas personas se han manifestado sobre la oportunidad que tiene el país de decidir sobre una pregunta fundamental como lo es ir a una constituyente para redactar una nueva Constitución. A lo mejor ese silencio se explica por el paro provincial de Imbabura (con ciertos focos) que se robó los titulares de noticias y respecto del cual el Gobierno no cedió su posición hasta provocar el anuncio de retiro del señor Vargas, representante de la Conaie. Claro en medio de esto vidas perdidas, daños a bienes públicos y privados, y por supuesto el clásico pedido de inmunidad-perdón para esa dirigencia indígena que cada cierto tiempo repite el manual del estallido.
Por otro lado, a lo mejor el silencio tiene relación con una especie de respaldo no público a la Corte Constitucional que fue obligada a entrar a una arena política no propia al escenario jurídico en el que se había mantenido.
También creo que en cierto sector existe un miedo o una incertidumbre de lo que pueda suceder en esa constituyente y prefieren quedarse con el actual texto constitucional pese a conocer la lista de deseos ideológicos que el texto tiene en muchos temas fundamentales.
A mí en cambio me da miedo no hacer nada mientras el estado de criminalidad crece más rápido de lo que cualquier organización pública o privada pueda llegar a divisar. Por supuesto me preocupa no dotar al Estado de las herramientas necesarias para enfrentar la criminalidad con nuevas regulaciones en tres niveles de regímenes (estado de alarma, de excepción y de sitio), con reglas claras de las herramientas de inteligencia y contrainteligencia, cooperación internacional para combatir el crimen, regulación de todas las garantías jurisdiccionales para evitar la desnaturalización (habeas corpus, habeas data, protección y extraordinaria).
Me da miedo no hacer nada respecto de los sectores estratégicos y que llegue a colapsar el sistema eléctrico o el petrolero o el de los servicios públicos.
Me da miedo ver como sigue afectándose los fondos de la seguridad social, que empujan al abismo a parte del sistema de salud y de pensiones. También no hacer nada con asegurar la educación pública gratuita, en todos los niveles, y con la calidad de que las nuevas tecnologías exigen. No dejo de pensar en la necesidad de generar en el texto constitucional el parámetro de contratos-leyes con arbitraje para la inversión extranjera. Por supuesto parte de mis preocupaciones no hacer nada para fortalecer y aclarar el alcance de varios derechos y establecer principios para un plan de desarrollo sostenible frente al cambio climático.
Tantas cosas que además se tienen que reescribir como toda la parte estructural de las funciones del Estado con nominaciones para la designación de autoridades que nazcan de la academia, y por qué no pensar en una nueva división política administrativa creando gobiernos intermedios que consoliden la posibilidad de coexistir en un mismo territorio dos o más visiones políticas.
Mi miedo no es ir a una constituyente, mi miedo es quedarnos inmóviles. Para las transformaciones se necesita valentía, virtud que le sobra a mi querido país. (O)










