El presidente Lasso debe aprovechar el aniversario del primer año para hacer el relanzamiento de su gobierno. Es la oportunidad de devolver la fe a quienes confiaron en él y que por varios motivos están decepcionados. Hay un ciclo de aprendizaje cumplido y en adelante deberá ejercer su mandato con ninguna tolerancia a la inacción.

En lo positivo, la exitosa campaña de vacunación ocupa lugar preeminente. Y aunque no es objeto de reconocimiento, los indicadores macroeconómicos convalecen y se proyecta un crecimiento de la economía de 4,2 % en 2022, manteniendo la tendencia de recuperación de la pospandemia. El déficit fiscal que en 2020 fue de 6.901 millones de dólares, el año pasado se redujo a 3.165 millones. Ha triplicado el monto promedio anual de créditos de los organismos multilaterales, reduciendo de 6,16 % a 3,99 % el costo de la deuda pública. La recaudación tributaria en el primer cuatrimestre ha alcanzado 6.650 millones de dólares, de los cuales 480 corresponden al aumento de impuestos.

Además, en el primer cuarto del período presidencial no ha habido escándalos de corrupción que comprometan la dignidad del poder.

Respecto a lo negativo, hay varios episodios que han lastrado el capital político del régimen: la aprobación de la Ley Tributaria que supuso el incumplimiento de una promesa dura de campaña; la postura ambigua de su bloque legislativo respecto a la amnistía de los procesados por el levantamiento indígena de octubre de 2019, a la vez que la liberación del exvicepresidente Jorge Glas mediante un habeas corpus impúdico; la violencia en las cárceles y la creciente inseguridad ciudadana; y una estrategia de comunicación débil que mantiene al mandatario aislado, sin vocerías de refuerzo, enfrentando a sus implacables enemigos.

Salvo las excepciones de rigor, parece estar rodeado de ministros fantasmas que carecen de un mínimo reconocimiento ciudadano, según corresponde a una autoridad. El relanzamiento supone recambios en su gabinete y equipo de Gobierno, en general, donde el discurso del Encuentro ha sido más promesa que realidad. En la práctica sigue rodeado del mismo entorno de colaboradores de CREO.

El talón de Aquiles continúa siendo el relacionamiento con la Asamblea Nacional, donde prevalece una mayoría opositora tenaz de UNES/PSC. La alianza con Pachakutik está caída. Y Llori no tardará en ser removida de la presidencia. Lo que venga después es una incógnita para el futuro de la institucionalidad democrática. El correísmo no cejará en sus pujos golpistas con el fin de promover la causa de impunidad de su líder. Ante la amenaza, el presidente Lasso ha echado sobre el tablero la carta de la muerte cruzada, advirtiendo que no se dejará chantajear.

Con miras al segundo año, la prioridad debe ser la reactivación económica con su efecto de derrame sobre el empleo. El principal obstáculo es la inercia burocrática que frena el apetito de inversión privada en los proyectos emblemáticos de los sectores estratégicos y demás obras de infraestructura básica que el Estado es incapaz de asumir. El mensaje a la nación dará la pauta del relanzamiento. (O)