Ancestralmente, la música ha formado parte de la expresión y comunicación de diferentes culturas. Con esa forma de expresar sus emociones, el ser humano fue creando un lenguaje universal que conecta generaciones, etnias, culturas. Bailar es la expresión corporal de la música, genera y transmite sentimientos que producen placer y alegría. Una experiencia emocional única.

Bailar no es solo entretenimiento, también es terapia médica. Como actividad motora compleja combina circuitos cerebrales auditivos y sincronización de movimientos. No solo es un área cerebral la que se activa o entrena, sino que son varias las áreas simultáneas y “funcionalmente encendidas”, convirtiendo así, a la música y al baile, en una forma complementaria de tratamiento neurológico. La musicoterapia, como disciplina neurorrehabilitadora, ha demostrado ser efectiva en mejorar la plasticidad cerebral al poner a funcionar múltiples áreas cerebrales, incluido nuestro centro emocional, el sistema límbico.

Varios reportes en revistas neurológicas demuestran el poder terapéutico que tiene el baile para los trastornos del movimiento, incluyendo las distonías y la enfermedad de Parkinson. Ambas afectan la fluidez de los movimientos normales e interfieren en la calidad de la vida diaria. Aparte de generar emociones positivas en el paciente, escuchar música –y, más aún, bailar– puede hacer que controle y mejore el movimiento provocando un efecto de alivio, que es transitorio pero puede ser prolongado. La respuesta específica, por supuesto, es individualizada, dependerá principalmente de factores emocionales y motivacionales de cada paciente.

Uno de los reportes menciona el caso de Anne Hellevik, sueca de 60 años que padece de párkinson desde hace nueve años y ha encontrado en el baile, el ejercicio y la meditación alivio de sus síntomas, a tal punto de disminuir sus medicinas a la dosis mínima. Ella se identifica como la bailarina dopamina y ha declarado: “El baile es lo mejor para mí, con enfermedad de Parkinson; es más que ejercicio, es ritmo, gozo, coordinación, desafío, brinda mejor postura y balance. Me muevo más fácilmente con música. Bailo todos los días y me libero de mis síntomas”.

Es posible que, en el acto de bailar, la combinación de varias estrategias, incluyendo motivación y pensamiento positivo, contribuyan a la activación del sistema emocional locomotor del cerebro y a que las perturbaciones del movimiento en la enfermedad de Parkinson sean contrarrestadas. Al ser el baile una forma de tratamiento para los síntomas motores, implícitamente queda incluido el ejercicio aeróbico como clave para el manejo complementario de varias enfermedades neurodegenerativas. Cada vez hay mayor evidencia de que el ejercicio aeróbico regular incrementa la liberación y el transporte de dopamina en el cerebro. La sustancia mediadora podría ser la irisina, liberada por los músculos durante el ejercicio físico, que atraviesa la barrera que comunica con el cerebro y –se cree– reduce la neuroinflamación y regula la muerte celular, dos procesos que ocurren en enfermedades neurológicas.

Bailar es terapéutico y está al alcance de todos. Animémonos a hacerlo rutina. (O)