En agosto de 1988 empezó el rumor de que a una joven cuencana se le apareció la Virgen María, por la noche, en su casa. Meses después, el Parque Nacional Cajas se convirtió en el centro mediático del país, ya que, por algunos meses, las apariciones tuvieron lugar allí. Confieso que generalmente las supuestas apariciones marianas me generan más confusiones que certezas y esta no fue la excepción. Años después conocí el lugar y confieso que me cautivó su belleza. Recuerdo haber pensado que si de verdad hubo aparición, ese fue el mejor lugar que María de Nazareth pudo haber elegido para sus mensajes y altares.
Hoy vuelvo al mismo lugar, a través del Área Nacional Quimsacocha y que juntos forman parte del sistema de páramos del macizo occidental andino del Azuay. Ambos se entrelazan desde sus profundidades, el uno actúa como una esponja que deposita en sí misma el agua de las lluvias, para luego fluir hasta El Cajas y desde ahí, las rutas hídricas se despliegan a toda la zona. En palabras del cuencano Fausto Cardoso Martínez, “el agua de Quimsacocha cae y serpentea, irriga y sacia la sed, limpia y genera más vida en su camino. Configura un paisaje inconfundible en cada estrato de suelo que la recibe. El volcán es un ser bioceánico: una parte de su agua terminará en el cercano Pacífico, otra parte en el remoto Atlántico. Es posiblemente el volcán más cercano al Pacífico del cual sus aguas fluyen al Atlántico. Es una maravilla de la geografía ecuatoriana y amazónica. Es un lugar en el que la mano divina se explayó sin reservas… el agua de Quimsacocha es la que llena mi vaso y sacia mi sed. Nuestra casa, en Cuenca, se nutre –como la de centenares de miles de familias– del agua del Yanuncay (…), son aguas del volcán. Su vitalidad tiene algo de sacralidad”.
Cuenca es hermosa porque representa vida que se entrega en abundancia, desde épocas demasiado remotas para nuestro entendimiento y sin egoísmo geográfico, se entrega toda, al país entero. Este paisaje, que amorosamente se complementa desde debajo de la tierra hasta la neblina por encima de sus ríos y montañas, es amenazado por multinacionales que ven la zona como objeto de lucrar, perpetrando sus entrañas extrayendo sus riquezas, base de la naturaleza, ensuciando el agua y esta tierra bendita que nos ha sido regalada.
Por lo pronto, y gracias a la protesta cívica en reciprocidad con páramos, en septiembre la gente de Cuenca protestó en las calles recordándonos a todos que no desean que les dañen su tesoro y, en tal virtud, esta amenaza está detenida. Solo un dato: la empresa canadiense que está detrás de esta zona ha sido requerida por Naciones Unidas para que responda por el daño a la salud de las personas de la comunidad en la que, por catorce años, ha realizado trabajos similares a los que ha querido hacer aquí.
Vuelvo a pensar en la supuesta aparición de María y no me convence, sin embargo, emerge en mí la hipótesis de que tal vez esto no es cuestión de apariciones que van y vienen, y que solo unos pocos alcanzan a ver, más bien esto puede ser que el bendito fruto del vientre de nuestra tierra es el altar sagrado que nadie pueda profanar y que fue creado para que todos veamos el rostro de Dios. (O)










