Los resultados de la prueba Ser Estudiante, aplicada en Ecuador por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval), confirman por segundo año consecutivo (2023 y 2024) que los estudiantes de bachillerato no alcanzan los niveles mínimos de competencias establecidos en el currículo nacional. Asimismo, los graduados presentan déficits en razonamiento lógico, pensamiento crítico y manejo de fuentes confiables, capacidades indispensables para la educación superior y para una ciudadanía funcional en sociedades contemporáneas basadas en el conocimiento, lo que evidencia fallas estructurales y sostenidas en el sistema nacional de educación.
El deterioro responde a múltiples factores acumulados: disminución de la rigurosidad académica, flexibilización indebida de la disciplina escolar, debilitamiento del principio de autoridad institucional y docente, sistema memorista enciclopédico, ausencia de incentivos que promuevan el mérito, escasa articulación entre familia y escuela. A ello se suma la incorporación de enfoques ideológicos externos a las necesidades educativas del país, que han desplazado la centralidad del aprendizaje, fragmentando la coordinación pedagógica. Las mayores afectaciones se concentran en las instituciones públicas y sectores socioeconómicamente vulnerables, profundizando desigualdades ya existentes.
Como señaló Einstein, “no podemos esperar cambios si hacemos siempre lo mismo”. Bajo esta premisa y en busca de la mejora continua, es necesario un cambio de paradigmas, para lo cual se recomienda una consulta nacional sobre “Educación para el nuevo país”, estructurada con rigurosidad metodológica, transparencia y participación amplia, tomando como referencia las primeras consultas del Ministerio de Educación “Educación siglo XXI”, que se caracterizaron por su solvencia técnica y su enfoque plural.
Este proceso debe convocar a todos los sectores –académicos, productivos, sociales y territoriales– con una metodología previamente establecida. Un equipo multisectorial y multidisciplinario de expertos consolidará los aportes elaborando un informe técnico acorde con las capacidades, prioridades y realidad nacional.
La consulta responderá a preguntas estratégicas: ¿cuál es el modelo de desarrollo del país que queremos –agrícola, industrial, tecnológico, turístico, mixto–?, ¿qué tipo de ciudadano requiere ese país?, ¿qué perfil docente es coherente con esa formación?
A partir de esas definiciones será posible construir un marco normativo educativo sin adoctrinamiento sectario, un currículo actualizado y pertinente, y una guía metodológica alineada a estándares internacionales, sin perder de vista los valores y principios, así como la identidad y diversidad ecuatorianas. Este diseño debe acompañarse de la provisión de recursos pedagógicos, tecnológicos, financieros e infraestructura, que garanticen su implementación nacional.
La transformación educativa no generará efectos inmediatos: formar al ciudadano para “El Nuevo País” requerirá continuidad intergeneracional, evaluación permanente y políticas de Estado. La urgencia del contexto obliga a iniciar este proceso de manera urgente. (O)







