Lo primero que deben aceptar quienes van a Alcohólicos Anónimos en búsqueda de ayuda es que tienen un problema y necesitan ayuda para superarlo. Igual con los narcodependientes, que quieren salir del agujero al que han caído: estar convencidos de que sufren un mal que no saben manejar.

Les ocurre también a los obesos, de condición grave que, ante los primeros avisos del cuerpo a través de cardiopatías, buscan ayuda desesperada. Si esa les llega de las manos adecuadas, un trabajo sicológico tratará de que ese paciente deje de “pensar como gordo”. Comer, por ende, bien y correctamente, hasta derrotar a la ansiedad y ganar salud.

Esta semana llegó a mi pantalla un reciente y muy interesante informe de Price Waterhouse Cooper-Ecuador, PwC, donde se encuesta a 40 de los principales CEO del país y entre sus conclusiones está que 9 de cada 10 líderes empresariales de altísimo nivel piensan redirigir sus inversiones estratégicas, tanto nacional como internacionalmente, a la transformación digital. Alcé los brazos al cielo y recordé que eso es algo de lo que se viene hablando al menos desde el Y2K del año 2000, no como una opción, sino como el ecosistema indispensable de la nueva sociedad, pero al que buena parte del empresariado no terminaba de dar crédito porque “como estamos, estamos bien”. Y me asaltaron inmediatamente las mismas dudas que al inicio de este escrito: ¿admiten los CEO que tienen un problema grave de rezago digital por haber raqueteado permanentemente las inversiones que se requerían? ¿Reconocen que han venido sobreviviendo con sistemas añejos que cada vez los alejaban más de un mundo hiperconectado? ¿Valoran, ahora sí, la información que por toneladas viaja por fibra óptica y que bien elaborada y debidamente interpretada es pieza fundamental de la actual toma de decisiones?

Porque si las respuestas siguen siendo dubitativas, los resultados seguirán siendo negativos y volverán a buscar la calentura en las sábanas. Porque si no valoran a la información como el hilo conductor de estrategias y datos útiles, y suplen supuestamente esa necesidad con media libra de diseño gráfico, entonces esa respuesta de 9 de cada 10 es forzada y de nada servirán las terapias, la abstinencia, ni la dieta: simplemente no funcionará y la brecha será cada vez mayor con el mundo digital. Y como no podía ser de otra manera, este abrir de ojos empresariales se lo estamos debiendo al COVID-19 y su doble papel de acelerador de la transformación y amplificador de las fuerzas disruptivas. Así lo ha explicado a la revista Ekos Celso Malimpensa, líder de PwC en Ecuador, quien cree que el optimismo que su investigación ha encontrado por una recuperación económica dependerá de “la aceleración digital inducida por la pandemia, que promete una mayor productividad y beneficios comerciales, pero también aumenta la amenaza de ciberataques y la difusión de información errónea”.

Aplausos a los CEO que han decidido entrar con fuerza en lo digital. Pero al igual que cuando estudian, proyectan, financian, asocian e invierten, recuerden que la data y la información que allí encontrarán no admiten improvisación. (O)