En algunos círculos políticos y en el caótico mundo de las redes sociales se ha tomado el reemplazo del secretario de Comunicación y la entrevista televisada del presidente de la República como señales de un viraje en la acción presidencial. La primera razón para ello es que el cambio del encargado de la comunicación gubernamental siempre es un mensaje que va más allá de las características de la persona que sale y de la que llega. Aunque no se conozcan los motivos para la renuncia del funcionario, como ocurre en este caso, es en sí misma un hecho político. Pero, precisamente por ese desconocimiento, queda sin respuesta la pregunta sobre el contenido del cambio e incluso si este no es solo una suposición. Habrá que esperar hasta conocer la orientación que tomará la comunicación gubernamental para saber si en efecto hay algo más que la rotación de personas y estilos.

El diálogo pasa a la fase de implementación y el cumplimiento de acuerdos; una Comisión de Seguimiento se instalará el próximo 19 de octubre

La segunda razón de la agitación del avispero estuvo más en la sorpresa por la entrevista que en su contenido. En realidad, en este último aspecto llamaron más la atención los hechos anecdóticos que los temas de fondo. Las equivocaciones del entrevistado y del entrevistador, los tirones de oreja al periodista y las bromas se impusieron en los comentarios, como lo demostró un análisis en este Diario. De cualquier manera, la exposición pública del presidente también constituye un hecho político, especialmente cuando se trata de alguien que no ha mantenido una presencia mediática sistemática. Pero eso no es suficiente para asegurar que hay un viraje. Para que ello ocurra es necesario que el contenido se desplace de temas que resultan etéreos para la mayoría y que aborde los problemas que le preocupan a esta en su cotidianeidad. Sin embargo, esa posibilidad aparece lejana cuando asegura que las encuestas le valen un pito y que los medios y las redes miran a otro país, sin considerar que en conjunto constituyen el único medio que tiene como político carente de partido y que carece de un equipo que entienda la política.

... el presidente deberá comenzar a escuchar a esa sociedad a la que evidentemente desconoce.

Como se ha repetido hasta el cansancio, el problema no es —o por lo menos no es esencialmente— de comunicación, sino político. Es innegable que el presidente y su Gobierno tienen mal manejo de la comunicación, pero eso no es más que el reflejo de una confusa gestión política. Una muestra se encuentra en los diálogos con las organizaciones indígenas. Estas mantuvieron todo el tiempo la iniciativa sin que el Gobierno pudiera encaminar el proceso en función de sus objetivos y sobre todo de los del conjunto de la sociedad. De aquí en adelante, es muy probable que, aprovechando la debilidad del Gobierno, los dirigentes más radicales utilicen su condición favorable para asegurar que no hay acuerdos y que el resultado ha sido un fracaso. La realidad dirá lo contrario, pero eso no importará, porque se trata de imponer un relato, y para ello el Gobierno no cuenta con los elementos necesarios. Ahí, como en otros aspectos, no solo hay una mala comunicación, como quedará en evidencia en el próximo paro.

Si en realidad quiere dar un giro radical a la situación, el presidente deberá comenzar a escuchar a esa sociedad a la que evidentemente desconoce. (O)