El aparato burocrático es, de acuerdo con varios teóricos que estudian al Estado, su corazón, o el centro desde donde irradia hacia el territorio y su población su racionalidad y legalidad. Otros autores consideran a la burocracia como un elemento necesario antes de la formación misma del Estado. Algunos otros la consideran como actores donde se asienta la capacidad simbólica del Estado. En definitiva, y desde diferentes ángulos, estudiar la burocracia es igual a entender al Estado.
El Estado ecuatoriano ha creado, desde 1988, varias instituciones específicas para temas indígenas. La primera de ellas fue la Dirección Nacional de Educación Bilingüe, la última de ellas fue la Secretaría de Gestión y Desarrollo de Pueblos y Nacionalidades, creada durante el gobierno de Guillermo Lasso. Quizás la más polémica fue el Consejo de Desarrollo de Nacionalidades y Pueblos del Ecuador (Codenpe), eliminado por el expresidente Rafael Correa, lo cual se convirtió en un motivo de permanente reclamo por parte de la Conaie. Han pasado 37 años de la creación de instituciones enfocadas en “asuntos indígenas”, lo que requiere burócratas, que seguramente en más de 30 años se han especializado en el tema indígena, sean o no pertenecientes a un pueblo o nacionalidad.
Estas instituciones han sido motivos de disputa entre las organizaciones nacionales indígenas y el Estado, ya que las primeras han considerado que dichas instituciones deben gozar de una completa autonomía respecto del Estado. El caso del Codenpe es paradigmático. La Conaie logró excluir a organizaciones como la Feine y la Fenocin, y logró posicionar la narrativa de que su mecanismo de representación era directo de cada pueblo y nacionalidad. Es decir, fue gracias al juego del poder político e institucional que la Conaie elaboró su legitimidad, no como una organización gremial, sino como representante de toda una población. Esto con el fin de hacerse del poder del Codenpe.
A partir de este modelo, la Conaie ha disputado al Estado quién debe poder nombrar a los representantes institucionales, el Estado no ha cedido por completo, pero sin lugar a duda esta organización ha logrado colocar a su personal en puestos de mando, medios y técnicos.
La Conaie, en el juego burocrático institucional con el Estado, se ha dejado permear, y hoy vemos como ciertos grupos optan por tratar de mantener una ilusoria autonomía de estas instituciones con respecto del Estado. Otros son pragmáticos y se alinean con el presidente de turno o la oposición más fuerte. Pero todos, con el fin de controlar los nombramientos de dichas instituciones.
Después de 37 años de instituciones indígenas, los estudios sobre la burocracia indígena son casi inexistentes. Su estudio busca medir su capacidad mediante resultados. ¿Cuáles han sido los resultados de la burocracia especializada en temas indígenas? ¿Cómo la medimos? Si el corazón del Estado es la burocracia, ¿cuáles son los cambios en la “razón de Estado” y en la dinámica de las organizaciones civiles indígenas a partir de la burocracia indígenas? (O)