... al único lugar donde se crean universos paralelos, donde si roban tienen que robar bien, donde si quiere mejorar su calidad de vida debe pagar una cuota mensual, con un diezmo casi religioso que le permitirá gozar del paraíso terrenal; el universo donde si su casa sufre de algún trazo vandálico puede quejarse por la violación de los derechos humanos de su tan preciado bien; usted podrá disfrutar de paradisiacas estancias en resorts de lujo, con comida, bebidas y masajes, además no puede perderse del variado menú, que va desde las empanadas nunca antes saboreadas hasta manteles largos y protocolo. Pero eso no es todo, como cree, querido lector: usted podrá disfrutar de los beneficios de la impunidad, de las infructíferas investigaciones y de un clamor popular que no le va molestar; podrá proponer leyes en beneficio del país con estudios antitécnicos, dejándose guiar al puro estilo romano de los que tienen voz por medio de las redes sociales.

¿Afuera? Afuera de nuestra gloriosa Asamblea, usted no encontrará a ningún ciudadano enardecido porque la impavidez se ha apoderado de este país, nadie le gritará corrupto o juntará votos para revocarle el mandato, no le pedirán disolución, solo le pedimos que no abra ninguna de sus redes sociales, porque puede andar por ahí algún desubicado que le cante unas cuantas verdades; pero, tranquilo, que no pasa de eso, de unos cuantos lastimeros caracteres.

Contamos con más de cien días de experiencia, donde no se ha avanzado en absolutamente nada, no se ha aprobado ningún tipo de ley que combata la pobreza, la desigualdad, que permita a los pequeños empresarios crecer, que frene los abusos de las tasas de interés. Contamos con vasta experticia en callar y hacernos de la vista gorda ante los encargos eternos de la Defensoría Pública, en resolver prolijamente la situación de la Defensoría del Pueblo, en fiscalizar las otras funciones del Estado, pedir explicaciones al Consejo de la Judicatura, sobre las actuaciones de los jueces que liberaron a torturadores de niños o que conceden medidas cautelares sin fecha de caducidad a pedir de boca.

Para mí no es cómodo tener que escribir con este sarcasmo, y tampoco me gusta afirmar que los pueblos tienen los gobernantes que merecen, sin embargo, cada día se reducen las opciones, el monstruo de la desesperanza aparece en cada titular de prensa, en cada nueva noticia de un acto circense de nuestros pseudo padres de la patria, en cada crítica silenciosa que se duerme entre los cien caracteres de quejas vanas.

Nos hemos arraigado en la indiferencia, en los falsos líderes que se creen merecedores de un puesto en el hemiciclo por sus conexiones, sus legados o su poder, nos hemos dormido en la comodidad de negar con la cabeza y buscar mejor un bailecito gracioso en otra red social que me quite esta preocupación, esperando pacientemente una nueva contienda electoral donde apostaremos por el talento de pantalla, por el malo conocido que el bueno por conocer o en el flautista que nos guíe hacia un fondo sin salida. Bienvenidos a un país de dolor e indiferencia. (O)