Más allá de las posiciones politiqueras y de los aliados de los grupos delincuenciales organizados, el narcotráfico y la narcopolítica, el Ecuador necesita no solo ayuda militar extranjera porque hay que estar conscientes que estos problemas son transnacionales y trascienden las fronteras.
Cómo entender que mientras estos grupos delincuenciales están bien estructurados, armados, financiados y conectados en diferentes países, los gobiernos no pueden enfrentar de manera aislada sino de forma integral y unidos contra estos males que están causando serios estragos y alterando la paz social.
En medio de la debilidad institucional, la falta de recursos humanos, económicos, logísticos y materiales, el desafío es grande y tiene que hacerse conciencia que si no existe unidad nacional, regional y ayuda internacional resultará muy difícil lograr resultados concretos y de largo aliento porque el problema va para largo.
Aunque no se pueden generar falsas expectativas inmediatas, constituye un avance la reforma parcial a la Constitución, artículo 5, aprobada recientemente en la Asamblea Nacional, con 82 votos, que elimina la prohibición de la instalación de bases militares extranjeras en nuestro territorio, que se incluyera en la nefasta Constitución de Montecristi.
De aprobarse en el referéndum que deberá convocarse luego de la revisión y autorización de la Corte Constitucional, el tema es un avance pero no es simple porque luego deberá haber un procedimiento y acuerdos para concretar la ayuda militar extranjera, no necesariamente la instalación de una base. Tampoco se puede generar una falsa expectativa con esta reforma parcial a la Constitución como si con ello se va a solucionar el conflicto armado interno, va a terminarse la delincuencia o se va a dejar de vivir sin miedo en medio de un ambiente permanente de extorsiones.
Colombia y México son ejemplos de una lucha durante décadas y pese a la ayuda internacional recibida no se ha podido superar porque la solución no es exclusivamente militar ni policial. Pasa por lo social y la reducción de la pobreza, la miseria y las inequidades.
Colombia al menos tuvo dos planes (Colombia y Patriota), recibió miles y millones de dólares de EE.UU., tuvo éxito en sus operaciones, se firmó el acuerdo de paz pero hasta el día de hoy, incluso con la promesa de la paz total del fracasado presidente Petro, no está cerrado el conflicto definitivamente porque subsisten las disidencias de los grupos armados vinculados al narcotráfico y al jugoso negocio de la explotación irracional de los minerales.
Lo negativo del debate sobre el tema constituye la discusión sobre la soberanía, tan manoseada y mal entendida. Quienes facilitaron durante una década de administración del país (la revolución ciudadana) la presencia de los grupos irregulares armados, compaginaron con bandas y organizaciones, debilitaron las instituciones de defensa, a las FF.AA. y la Policía, hoy se llenan la boca de la defensa de la soberanía, sin entender ni siquiera el concepto de la misma. Seguramente soberanía para ellos significa ser condescendientes con los grupos delincuenciales y minar a las instituciones legales y legítimas de un Estado. (O)