En 2019 Nayib Bukele asumió la Presidencia de El Salvador. En 2020, escoltado por militares, irrumpió en la Asamblea Legislativa para asegurar la aprobación del Plan Control Territorial. En 2021 se definió como “el dictador más cool del mundo mundial” ante quienes lo tildaban de dictador. En 2025 la Asamblea aprobó una reforma constitucional para la reelección indefinida.
En textos y entrevistas, Daniel Zobatto señala que Bukele pasó de ser el dictador más cool del mundo a dictador vulgar. El autoritarismo del ‘salvador’ de El Salvador denota “un modelo seductor y eficaz, comunicacionalmente sofisticado y peligroso, que muestra cómo desmantelar una democracia con amplio apoyo popular”. Sus logros en la lucha contra pandillas y crimen organizado se topan con violaciones a los derechos humanos, debilitamiento del Estado de derecho y concentración de poder.
¿Por qué surge una cierta atracción fatal por el radicalismo político? Franco Delle Donne (DP, 30/7) indica que la legitimidad del cargo y la falla de los partidos tradicionales en cumplir sus promesas permiten que las conductas autoritarias se perciban como mecanismos viables. A través del “relato de indignación moral” se aprovecha la construcción de un “otro social” de enemigos y amenazas. Para las izquierdas, serán el poder económico y la casta política; para las derechas, las poblaciones vulnerables y foráneas, a ser expulsadas/eliminadas para evitar pérdidas de recursos, empleos, identidad. Hartazgo colectivo, indignación moral, y narrativa excluyente, son percibidos como válvulas de escape ante las crisis.
En Journal of Democracy (Vol. 36), M. Khosla comenta que los regímenes autoritarios modernos no recurren a golpes de Estado para acceder al poder; lo hacen vía elecciones. La reconfiguración del orden social y político es su argumento; el uso de la ley es el medio. La diferencia está en cómo se ejerce el poder, no en cómo se lo obtiene.
Adam Przeworski, en New Authoritarianism (2019), comenta que los términos democracia, dictadura y autoritarismo han cambiado de significado. Por ej., las dictaduras modernas buscan transformar el orden político de modo permanente, no por excepción. Y cita a Linz sobre el autoritarismo como un sistema con pluralismo político limitado y sin ideología guía, donde un líder o grupo ejerce el poder. Prima no solo la fuerza sino su capacidad para proveer motivos que persuadan a otros sobre lo que se necesita para el bien común.
¿Qué entendemos por el bien común en Ecuador? ¿O solo se trata de acogernos a la autoridad como una propiedad comunicacional que es “más que un consejo, menos que una orden, un consejo que no se puede ignorar sin riesgo”? (T. Mommsen).
En medio de los tensos intercambios sobre las preguntas de la consulta popular he recordado cuando mi padre fue presidente de la Corte Suprema de Justicia en tiempos que la Constitución permitía el juicio político a sus jueces, lo cual fue su caso. Tuvo la oportunidad de ser absuelto si cedía al chantaje propuesto por un caudillo. No lo hizo y fue destituido. Prefirió conservar su integridad y dignidad. (O)