Así se titula la obra magna de Jamil Mahuad, un documento de más de mil páginas de ágil lectura que publica Planeta. Mahuad desbarata la tesis de que su decisión de dolarizar fue una respuesta impulsiva ante la crisis. Que cierto es, diversas personalidades proponían la dolarización, pero que la decisión fue resultado de un exhaustivo estudio con expertos nacionales e internacionales. Domingo Cavallo, arquitecto de la convertibilidad argentina, escribe el prólogo y el venezolano Ricardo Hausmann, de Harvard y ministro de Economía de Guaidó, rinde su testimonio.

Destaca Mahuad que cuando se lanzó de candidato sabía que la situación era difícil, pero se deterioró muchísimo para cuando se posesionó.

Antes de que se juramente, a Mahuad le presentaron el fallo de tres de los garantes del Protocolo de Río sobre el Cenepa, pronunciándose a favor de la tesis peruana. No se explica por qué se excluyó a Chile, el cuarto garante. En una entrevista pasada, Mahuad reveló que Fujimori lo amenazó con declarar la guerra a los quince días de su posesión, si no firmaba la paz. De ahí que esa fue su primera gestión como presidente, firmar una paz que fue esquiva desde antes que naciera Ecuador. Recordemos la batalla de Tarqui y el Tratado de Guayaquil, ambos de 1829.

En su exilio Mahuad se ha dedicado a la enseñanza, destacándose el curso de gobernabilidad en Harvard para estudiantes extranjeros de posgrado. Su libro empieza explicando su clase a los estudiantes sobre la crisis ecuatoriana. Ocupa las primeras 90 páginas. Recurre al símil del barco que utilizó como presidente, y en el cual el Perú está presente como un submarino amenazador.

Antes que Mahuad asumiera el mando, el buque con Alarcón al timón choca contra una roca, el déficit fiscal (causado por el desplome del precio del petróleo), y se inunda con el agua de la inflación. Simultáneamente se desata una tormenta que destruye la infraestructura: el fenómeno de El Niño, que ese año fue uno de los dos peores de la historia. Había otros barcos en circunstancias parecidas, entre ellos, México, Brasil, Rusia y el sudeste asiático, y en el bamboleo se dan coletazos unos a los otros.

Es entonces que Mahuad se hace cargo. Como consecuencia del sistema electoral, que favorece a las minorías, Mahuad solo tuvo el 6% de los congresistas. La crisis fiscal (el hueco en el casco) se agrandaba, y en las calles se combatía el alza de los combustibles. El Congreso enarbolaba la tesis de no más impuestos. La opinión pública, la gente en general y el Congreso reclaman al Gobierno, pero se negaban a arrimar el hombro para atender la crisis. Los unos, por no entender lo que pasaba y las acciones que debían tomarse; otros, por eludir responsabilidades. La crisis provoca la fuga de capitales.

En ese entorno, con el timón trabado por la falta de colaboración del Legislativo y de la sociedad civil, es que se hunde el barco. Y los que eludieron su responsabilidad estuvieron en primera línea para culparlo de todo.

La opinión pública lo condena por el feriado bancario, pero Mahuad se propuso describir cómo tuvo que enfrentar la crisis con las manos atadas. Se le tenga simpatía o aversión por considerarlo culpable de la crisis, hay que leerlo para tener una opinión más informada.

Y además está toda la historia de la dolarización. (O)