Los que padecemos enfermedades crónicas incurables o terminales queremos dar las gracias al ser humano. Se podría pensar que toda la humanidad cabría en este agradecimiento, pero no es así. No caben aquí las personas que no solo piensan en ellas y en su espurio ego, sino que además ignoran el ‘apestado’ mundo en el que transita este tipo de enfermos. El ser humano al que me refiero hace gala de su precisa descripción: es condescendiente, cercano, de mirada limpia, de corazón transparente, además de tener una piel versátil que se adapta a la medida a su semejante, para curar sus heridas emocionales y físicas.

Desde aquí, quiero dar las gracias a todas esas personas reales que habitan el planeta Tierra y lo dignifican, igual que el oxígeno que respiramos nos da la vida. (O)

Jesús Sánchez-Ajofrín Reverte, Albacete, España