La única manera de la que debe nutrirse económicamente un Estado es a través de la recaudación de impuestos (por eso es una aberración la existencia de empresas públicas que distorsionan sus objetivos). Una nación será más grande conforme sus ciudadanos generen más dinero y paguen sus correspondientes impuestos, por lo que la evasión tributaria debería ser un crimen de Estado.

Una parte de nuestros impuestos sirve para asegurar que nuestras actividades económicas, sociales, recreativas..., del día a día, sean realizadas de manera segura. El pago de impuestos ayuda a mantener a las fuerzas del orden o lo que llamamos cuerpo policial. A cambio de nuestros impuestos, tenemos seguridad. Pero ahora resulta que otros grupos, los que denominamos delincuenciales, nos obligan al pago de otros ‘impuestos’ para ‘nuestra seguridad’, las llamadas ‘vacunas’. Esto de los derechos del ser humano, de los derechos delincuenciales, de las leyes blandengues, etc., han hecho que el objetivo por el cual se destina parte de los impuestos a las fuerzas del orden no sea para nada efectivo, sino más bien crear un clima de anarquismo nacional donde cada uno se cree ‘única y exclusivamente con derechos’; como aquella madre que gritaba, protestaba, que mataron a su hijo solo porque salió a robar. Por el pago de impuestos de los ciudadanos las fuerzas del orden están en la obligación suprema de utilizar todas las fuerzas y todos los recursos materiales existentes a lo largo y ancho del mundo, para asegurar la convivencia y las actividades pacíficas de los pueblos, caso contrario no servirían para nada. (O)

David Ricaurte Vélez, ingeniero mecánico, Daule