Fueron 18 días de paro, 18 días de muertos de lado y lado. No solo nosotros hemos perdido, también nuestros hermanos indígenas, todos somos ecuatorianos y no podemos odiarnos, guardarnos rencor ni generalizar. Sí, han herido y asesinado a nuestros militares, pero también tenemos víctimas en nuestros hermanos indígenas. Gracias a la propuesta de mediación de la Conferencia Episcopal, el paro llegó a su fin.

Hay que celebrar porque el Ecuador recuperó su libertad, el no poder transitar por las calles, no poder enviar a nuestros hijos a sus escuelas, colegios y universidades, la crisis alimentaria, el no poder trabajar y generar trabajo, nos quitó la libertad. Celebremos no necesariamente enfiestados, pero sí con trabajo para recuperar el tiempo perdido ¡y sacar adelante a nuestro país como buenos ecuatorianos! ¡El presidente debe cumplir. El paro no debe volver! (O)

Enrique Carlos Candell Rubira, avenida Samborondón