Tanto espeluznantes como tristes fueron los videos corridos por las redes sociales, por WhatsApp, el fin de semana, de un joven acribillado por delincuentes criminales en un restaurante de Samborondón, y a su enamorada abrazando el cadáver ensangrentado y gritando con el objeto de pedir ayuda a los presentes mientras solo veían, comentaban, filmaban, tomaban fotos con sus celulares, mandando ‘primicias’ a sus contactos.

¡Hasta dónde hemos llegado no solo en la inseguridad, –que no podemos salir a tomar un café, helado, comer, porque sicarios, mafias, delincuentes ingresan a matar, que no les asustan las cámaras, la nutrida audiencia, el resguardo policial, etc.–; sino en la frialdad de los espectadores que lo primero que hacen en lugar de gritar, lanzar mesas, sillas, botellas al matón, etc., sacan su celular para ‘reportar’ como periodistas, agentes, una nueva noticia en vivo y en directo. En las imágenes del crimen, que circularon, no se vio a un ser humano, acercarse a calmar a la chica, darle agua, sentarla, orar desde sus puestos; sino la curiosidad, el chateo y las filmaciones y tomas fotográficas. ¿Los sucesos de sangre en Ecuador ya no dan lugar a la solidaridad, amor? (O)

Virgilio Jaime Pacheco, avenida Samborondón