Han pasado siete meses de la clausura de la malhadada Asamblea Nacional anterior. Los ecuatorianos anhelábamos la paz, sosiego, en fin la gran tranquilidad no la tuvimos, por tal motivo se produjo la muerte cruzada. Los actuales padres de la patria nos ofrecen esos privilegios, especialmente la honestidad; además, es muy necesario buscar la colaboración de eruditos asesores que den lustre a sus escasos sentimientos de patria. Las ofertas ojalá no sean efímeras; insisto en que las promesas vertidas en sus ofrecimientos se cristalicen.

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El actual presidente de la Asamblea en su oratoria prometió con gran énfasis cambiar de rumbo, dijo que trabajarán con tesón en beneficio de un pueblo subyugado en la miseria heredada por los malos gobernantes (quiero excluir de este comentario al expresidente Guillermo Lasso, es lo justo).

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Ahora bien, trabajen, asambleístas. Se empezaron los desmedidos pedidos de cierto partido político con mayoría, a quienes les falta tiempo para sus maniobras y ya están descuidando sus obligaciones, obligaciones que el pueblo requiere. Están embriagados de odio, piden a gritos destemplados la cabeza de una mujer muy inteligente, honesta y sagaz. A toda costa están buscando la libertad de estos seres corruptos, ¿serán posibles estas maniobras ingratas contra la patria? Por Dios, honorables legisladores, sean consecuentes con ustedes. No quiero pensar que los otros bloques de legisladores coadyuven en ese delirio político. Señor presidente Noboa, que Dios le conduzca por el sendero del bien y que le bendiga. (O)

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Carlos Aquiles Vicuña Prieto, Quito