Hace ya 35 años que se produjo lo más cercano a una revolución china de las libertades. En 1989 miles de estudiantes, trabajadores e intelectuales se concentraron en una plaza simbólica y fueron respetados por los militares y los viejos dirigentes, hasta que se estableció la ley marcial y se ordenó su desalojo. El régimen chino eligió la represión sobre la apertura. ¿Qué habrá sido de aquel hombre que parecía pequeño, pero que simplemente se plantó delante de los tanques de guerra para que no puedan avanzar más? ¿Quién puede negar que la acción de un solo hombre marcó la historia? Muchas teorías de su suerte no conforman una sola conjetura cercana a la verdad.
Rigurosa vigilancia china a 30 años de Tiananmén
Desde entonces, en la plaza ya no hay lugar para sentarse ni congregarse, los grupos y los individuos son rutinariamente monitoreados en una ciudad infestada de cámaras de seguridad potenciadas por la inteligencia artificial y la policía escanea a todo el que quiere entrar en una plaza abierta, pero vallada. No quieren ni la más remota posibilidad de que se repita ese tsunami que encogió el alma del mundo al ver que la pacífica protesta generaba un eco y un momento amenazador para el sistema chino. Hong Kong, con una importancia económica menguante, joya colonial británica devuelta a China, único territorio chino que mantenía la vigilia por los asesinados, cae lenta, pero inexorablemente en la órbita del partido único con unos gobernantes pro-Pekín y una oposición demócrata perseguida, encarcelada o eliminada. En la plaza de Tiananmén las pancartas pidiendo libertad se han sustituido por enormes pantallas de video que muestran el fascinante y colorido paisaje de la inmensa, desconocida, pero atractiva, China. (O)
Luis Peraza Parga, San Diego, California, EE. UU.