Hace miles de años, pueblos venidos del norte se asentaron en los valles de la Sierra, en comunidades independientes, con idiomas y culturas propios. Unos pocos en el interior de la Costa, otros en el Litoral.
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Luego, hace más de 500 años, los incas invadieron la Sierra, trasladaron poblaciones e impusieron su estructura religiosa y militar, el quechua y el culto al dios Sol.
Décadas después, los españoles reemplazaron a los incas imponiendo también su religión e idioma. En la Sierra central agruparon a indígenas en extensas haciendas y procrearon con sus mujeres. En el sur de la Sierra, españoles e indígenas trabajaban juntos en pequeñas fincas. En la Costa había comercio en Guayaquil y haciendas en Manabí; el resto estaba poco habitado. Negros llegaron en un barco con esclavos que naufragó en el litoral norte, otros fueron traídos para cultivar caña en el norte de la Sierra.
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Décadas después Guayaquil se declaró independiente y con fuerzas colombianas liberó a Cuenca, la Sierra central y a Quito. Pasaron a ser el Distrito Sur de la Gran Colombia que se independizó años después. Así nació el Ecuador.
Ecuador estaba compuesto por comunidades casi independientes: Sierra, Costa y Austro, con diferentes intereses y profunda desconfianza entre ellas. Existía comunicación entre la Sierra central y la Costa solo en la época seca, hasta que el ferrocarril la permitió todo el año. El interior de la Costa por río a Manabí y a El Oro por mar. El sur de la Sierra estaba aislado por malos caminos.
Los guayaquileños cultivaron cacao en el interior, atrayendo a trabajadores de la Sierra que se mezclaron con la población ya mestiza y la negra, naciendo así el montuvio costeño. Luego vendría el banano junto con el petróleo. Años después, el Oriente se incorporó al país.
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La migración a la Costa y Quito en busca de trabajo permitió a las ciudades serranas crecer ordenadamente preservando su herencia colonial, con una población homogénea de antiguos nexos de familia y amistad, y mantener su religiosidad.
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La población creció rápidamente en Quito, Guayaquil y las otras ciudades costeñas. Otra migración que se ha acelerado ha sido al exterior y en muchas ocasiones por medio de la ilegalidad. Los jóvenes estudian afuera y se quedan allí.
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Nuestro Ecuador vive hoy grandes cambios. El país seguro se ha convertido en violento por la inoperancia de los gobiernos, trayendo consigo la droga acompañada de delincuencia. La educación hoy llega a todos, a muchos a través de medios electrónicos. La mujer se ha capacitado y trabaja fuera del hogar. La decreciente producción petrolera reduce los recursos del Estado, mientras crecen otras exportaciones.
Hoy vivimos en un Ecuador mestizo, educado, deseoso de mejorar su nivel de vida; con juventud desempleada; donde unos pocos viven bien y la gran mayoría tiene ansias de mejorar, muchos pensando en dejar el país detrás con tal de tener un mejor futuro. Este es nuestro Ecuador. (O)
Joaquín Martínez Amador, Guayaquil