Celebramos el bicentenario de la batalla del Pichincha, gesta heroica con la cual el 24 de Mayo de 1822 sellamos la independencia de lo que ahora es el Ecuador.

Sacrificado y tortuoso fue el proceso a lo largo de nuestra historia para conseguir el objetivo trazado. Desde revoluciones y levantamientos indígenas, arribando a la aurora gloriosa del 9 de Octubre de 1820 y pasando por Camino Real, Tanizagua, Cone, Huachi, entre otras cruentas luchas, acrecentaron el ímpetu y empuje de nuestros valientes, llegados de varias partes del mundo, que fueron sumándose hasta formar un solo ejército que bajo el acertado mando de don Antonio José de Sucre venció a las tropas realistas en las faldas del volcán Pichincha, aplicando una estrategia militar que aún hasta nuestros días es digna de admiración; perennizando en nuestra orgullosa identidad nombres insignes como el de Abdón Calderón, que deben servirnos de inspiración para enfrentar a diario la batalla en contra de las nuevas cadenas de injusticia y de bárbara suerte que nos oprimen por estos días como son la inseguridad, violencia, ignorancia, pobreza y falta de institucionalidad.

Ante tales yugos, la epopeya del Pichincha debe despertar en nuestras conciencias la heroica pujanza que nos dé el empuje necesario para prevenir la muerte de la patria y de sus hijos, con nuestro propio sacrificio diario desde cada una de nuestras trincheras. (O)

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Juan Segundo Martínez Loor, magíster en Ciencias Internacionales y Diplomacia, Guayaquil