En el suroeste de Guayaquil, parroquia Febres–Cordero se vive con inseguridad; los dueños de negocios, de las tiendas, son extorsionados por bandas delictivas que causan el terror de moradores.

En el barrio La Chala, en varios puntos, le falta alumbrado público y resguardo policial, en otros hay patrullas dos veces por semana sin horario fijo, sin embargo, los delincuentes se organizan con el objeto de ‘brindar protección’ con amenazas a los moradores, por una cierta cantidad monetaria mensual para ‘cuidarlos’ de los ladrones que acechan.

Las pandillas que gobiernan el sector son a su vez hostigadas por otras bandas delictivas que se adueñan de las esquinas, manzanas, callejones, etc., donde el microtráfico de drogas y la extorsión son sus ‘negocios’, puesto que si los habitantes no pagan las ‘cuotas’ que les exigen se convertirán en las víctimas de la violencia, muertes.

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Estamos en los tiempos más difíciles en la parroquia Febres–Cordero, las personas tienen que ir sin llevar objetos de valor, mochilas, con lo justo para el pasaje del bus, y un billete para el ladrón, volviéndose en ‘el pan diario’ para muchos delincuentes.

No se puede caminar hasta la cuadra, a comprar a la esquina a la despensa, sin dejar el miedo de ser amenazados y asaltados o muertos al instante. ¿Cuánto tiempo debe transcurrir para que las autoridades ecuatorianas pongan cartas en el asunto resolviendo los problemas de la inseguridad ciudadana, los gobiernos en barrios de las bandas de delincuentes, la violencia, el tráfico de drogas, la falta de alumbrado público, de cámaras de vigilancia, de educación y trabajo? ¿Deben ocurrir muchos atentados a la integridad de las familias del suburbio, suroeste, de La Chala, para que el Gobierno, la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas, etc., puedan dar las soluciones? (O)

Isaí Castro Montenegro, Guayaquil