El primer debate presidencial, organizado por diario El Comercio, fue muy poco útil.

Democráticamente se abrió un espacio que permitió a los candidatos exponer sus ideas y propuestas, caracterizado por tres factores. Primero, presenciamos un circo populista, con muchas promesas demagógicas que se concentraban en el “qué” y no en el “cómo”. Segundo, no hubo debate, solo exposición de ideas. Los candidatos se mantuvieron en su zona de confort, sin presiones para profundizar sobre los “cómo” de un gran número de ofertas dudosas desde lo económico y constitucional, y tercero, no asistieron Arauz y Pérez, que por maniobra política evitaron arriesgar sus porcentajes de preferencia.

Todas las encuestas, aunque se contradigan entre sí, ubican en los primeros lugares, con gran distancia de los otros, a Lasso, Arauz y Pérez. Un debate entre estos candidatos permitiría tomar una mejor decisión, sin embargo, difícilmente eso sucederá.

El debate del 16 y 17 de enero, organizado por el CNE, obliga a todos los candidatos a asistir, pero con 16 binomios participando, poco se podrá profundizar o discutir, por lo que creo que no será significativo, a menos que alguno cometa un error garrafal. Lasso se sostendrá, sin sorpresas, en su propuesta liberal en lo económico y conservadora en lo social, que ha sido consistente en todas sus participaciones electorales, y Arauz evitará toda confrontación usando el espacio para repetir hábilmente sus promesas aprendidas del manual del socialismo del siglo XXI. Pérez será un factor determinante si hay una segunda vuelta.

Y ahí es donde debemos detenernos. La pandemia ha generado un efecto de ausentismo importante que se está haciendo evidente y multiplicando en redes sociales, a eso se suman las improvisadas decisiones que va tomando, retractándose y cambiando el CNE.

La decisión sobre el futuro del país se dará este 7 de febrero y no podemos confiarnos en que habrá una segunda vuelta. Si el binomio que consigue el primer lugar obtiene al menos el cuarenta por ciento de los votos válidos y una diferencia mayor a diez puntos porcentuales sobre la votación lograda por el binomio ubicado en el segundo lugar, será triunfador en primera vuelta.

Por eso, ese día es determinante. El país escogerá, básicamente, entre dos macropropuestas, la del binomio Arauz-Rabascall, que guarda una estrecha similitud con los planes expuestos años atrás por los binomios Correa-Moreno y Correa-Glas, dejando en claro que lo que se promueve es el regreso al modelo correísta; y las propuestas del proyecto Lasso-Borrero, que ofrece un camino diferente a los que hemos vivido en los últimos años, un modelo que ha dado resultado en otros países de la región, logrando crecimientos sociales y económicos sostenidos con una planificación sólida, realista y a largo plazo.

El Ecuador decidirá este 7 de febrero; lo importante es ganar con votos, y no privilegiado por el ausentismo. Todo voto vale, tu voto es fundamental, por eso, con todas las medidas sanitarias necesarias, anda a votar y pon de tu parte, el destino del país y de tus hijos está en tu mano. (O)