Por fin se terminó la especie de sainete político de si iban o no iban ciertos candidatos, pero al fin no fueron tomados en cuenta para participar en la próxima elección presidencial; les habían brindado la oportunidad de terciar a destiempo por la primera magistratura del país.
De nada valieron las gestiones, los llantos, las amenazas de denuncias a los organismos internacionales para que el Consejo Nacional Electoral diera su brazo a torcer. La calma volvió para que nos dediquemos a conocer
a los candidatos, leer, escuchar sus propuestas en entrevistas radiales, de prensa, televisión, y el debate el próximo 17 de enero, y decidir por quién vamos a votar el 7 de febrero. Son 16 candidaturas a la Presidencia, la mayor oportunidad de llegar a una segunda vuelta la tienen pocas, algunas son únicamente entusiastas bien intencionadas con ligeras esperanzas; a otras las puedo considerar chimbadoras que participan por quién sabe qué intereses. Cabe preguntarse si son necesarios dos organismos controladores de los procesos electorales, el CNE y el TCE que por semanas mantuvieron una pugna, ¿no será mejor volver a lo de antes del Código de la Democracia y tener solo un organismo para evitar discrepancias? (O)
Julio César Calero Garcés, licenciado, Guayaquil