Este año 2021 que empezamos a experimentar una nueva etapa de nuestra existencia me sirve para realizar un análisis de dos fuerzas, dos interrogantes vivenciales de todos los tiempos, la vida y la muerte. Entre estas dos posturas existe un abismo.
Ha constituido siempre motivo de regocijo y felicidad ver nacer y crecer a los hijos, y todo lo que brota de la madre naturaleza constituye un bello acontecimiento.
La muerte es parte de la vida y un ciclo que empieza y termina y debemos tomar con naturalidad la defunción; para muchos seguirá siendo un misterio, un acto de dolor y aflicción. Jesús siendo Hijo de Dios lloró y se entristeció al conocer que su amigo Lázaro había muerto, y solo Él con su poder pudo devolverle la vida cuando exclamó: “Lázaro sal ..., levántate, toma tu lecho y anda”, Juan 11-43. Escribo esta carta como un homenaje a quienes fallecieron el año 2020 por la pandemia y otras causas. De esta tragedia nos queda el aprendizaje de saber que tenemos que considerar la vida como una bendición de Dios para que vivamos en armonía, y ser útiles. Este año que se inician las elecciones, me permito transmitir a los postulantes a la Presidencia que cumplan con lo que predican, se preocupen por el pueblo, brinden educación, salud y trabajo. Anhelo fervientemente para la persona que vaya a gobernar nuestro país, obre con sabiduría, probidad, justicia, libertad y liderazgo. Dios proteja a los ecuatorianos y al Ecuador de la opresión, de la muerte y de la barbarie. (O)
José Castillo Celi, psicólogo y médico naturista, Guayaquil