Según el Informe sobre el clima del IPCC de la Organización de las Naciones Unidas, entre el 2010 y 2019 enfrentamos los años más calurosos jamás vividos. La mayoría de los científicos argumentan que ya se está produciendo un desastre global en los polos terrestres, mientras que algunos países están experimentando graves impactos del cambio climático, que van desde desastres naturales hasta escasez de alimentos y agua. La pregunta es: ¿qué papel puede desempeñar el ciclismo en la crisis climática?
La bicicleta parece ser clave para desarrollar la resiliencia en las ciudades, cambiar los patrones de comportamiento de los viajes y brindar estilos de vida más saludables y mejor calidad del aire. De hecho, la bicicleta no emite ningún tipo de gas de efecto invernadero, mientras que su costo y las infraestructuras que requiere son más económicos que de cualquier tipo de vehículo, automóvil. Ir en bicicleta a la escuela, trabajo o a cualquier lugar solo necesita la fuerza de nuestras piernas, ayuda a reducir nuestra huella ecológica. La bicicleta aparece como una excelente medida para moderar los efectos del cambio climático, mejorando la calidad de vida.
La crisis climática es un problema complejo y global, que involucra asuntos económicos, sociales y políticos. Trabajar hacia soluciones sostenibles requerirá una respuesta coordinada a nivel mundial, así como esfuerzos locales de países, regiones y ciudades. Si bien la Unión Europea tiene como objetivo reducir en el 90% sus emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el transporte para el año 2050, la mayoría de los países en desarrollo están emprendiendo acciones para planes nacionales de adaptación. En el 2019, 120 países en desarrollo (de 153) trabajaron para perfeccionar su resiliencia climática. ¡Contribuyamos a un futuro más sostenible! (O)
Diana Tapia de Sáenz De Viteri, ingeniera, Guayaquil