El gran centro de nuestro sistema solar. El Sol se relaciona con la luz, el calor, la vida, la energía, el fuego, el misterio, la divinidad. Para esta superestrella queda corto decir que actúa como si el universo entero girara en torno a ella. Productor de su luz propia y motor de la vida como la conocemos, este astro esconde más secretos de los que podemos llegar a imaginar.

Sigue siendo un misterio cómo la parte más externa de la atmósfera solar –también llamada corona solar– es mucho más caliente que la superficie del Sol. Asimismo, el campo magnético del Sol viaja a través de un viento solar por todo el sistema, y el estudio de este fenómeno deja cada vez más incógnitas que respuestas. Lo que sí sabemos con certeza es que su presencia es vital para organismos fotosintéticos microscópicos, de igual manera como lo es para nosotros y los seres vivos más grandes del planeta. Sabemos también que este superastro nos ilumina aun cuando no lo podemos ver ni sentir: por las noches la luna refleja sobre su cara visible la luz del Sol y llega hasta nosotros como luz blanca.

El Sol rige los ciclos de la naturaleza, sus estaciones, sus tiempos, y por ende, nuestro día a día. Esto se sabe desde los orígenes del ser humano, y es por eso que existen hasta la actualidad obras de arte, altares y calendarios de tiempos antiguos donde el Sol era adorado y estudiado. En nuestro continente los primeros estudios se les atribuyen a los mayas y aztecas. El cielo era el lugar de dioses y héroes, por esto, todo lo que venía de él era tomado como mensaje o castigo divino: lluvias, truenos, meteoritos, eclipses. Con los años, este temor se ha transformado en fascinación y curiosidad por conocer más de lo que existe fuera de nuestro planeta. Sin embargo, lo que podemos rescatar de esos tiempos es aquel profundo respeto y humildad hacia mundos superiores.

Nuestras culturas andinas festejan el Inti Raymi que significa Baile o Fiesta del Sol. Celebración que marca el final del tiempo de cosecha, en la cual se agradece y se rinde homenaje para que la tierra se mantenga fértil. Esta fiesta simboliza el inicio del nuevo año productivo para todas las comunidades. Incluso, las culturas tradicionales más sureñas de nuestro continente celebran el renacer del astro pasando en vela la noche del día anterior al solsticio, esperando dar la bienvenida a los primeros rayos del nuevo Sol. Esto se realiza alrededor del 21 de junio, cuando se da el solsticio de invierno para el hemisferio sur.

El solsticio (solstitium) significa Sol sistere o Sol quieto. Cuando el astro se encuentra en el punto más alto o más bajo de nuestro cielo se dan los días con más o menos horas luz del año. En nuestro caso, en el hemisferio sur, celebramos el solsticio de verano el 21 de diciembre y el solsticio de invierno el 21 de junio. Para el hemisferio norte este fenómeno se da al revés.Si nuestro Gran Sol se detiene y renace este 21 de diciembre, nosotros también podemos imitarlo. Dediquémosle un momento de nuestro día para agradecer por toda la luz recibida este año y marcar el nuevo inicio de ciclo recordando que todo se siembra y se cosecha a su debido tiempo. (O)